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La condena de Papon

( ... ) La sentencia de 10 años de cárcel a Maurice Papon ( ... ) no puede satisfacer a nadie. Sin embargo, pese a que la veamos coja, supone sin duda la decisión más sabia de un proceso que, tras seis meses de accidentados debates, podía terminar o bien como una mascarada, o bien como una infamia. ( ... ) Estábamos ante un proceso espinoso, arriesgado, un proceso de doble filo. ( ... ) Parece que el jurado ha querido decirnos que la complicidad no es un crimen (...) y ha concebido una sentencia proporcionada, un veredicto gris para un hombre gris. Auxiliar de los alemanes en la deportación de judíos bordeleses, Papon hizo algo que no debería haber hecho. Salvando vidas aquí y allá, y con su tardía resistencia al ocupante quizá hizo lo que pudo. A pesar de lo dicho por quienes tratan de simplificar la historia, Papon no es Eichmann, y el tribunal de Burdeos no ha querido adoptar el papel del de Núremberg. El carácter relativo de la sentencia parece tener en cuenta la imposibilidad de los hombres de actuar libre y lúcidamente cuando se ven atenazados por la historia. El veredicto habla también de la dificultad que plantea el juzgar acciones humanas, pese al correr del tiempo, o quizá debido a los años transcurridos. Al dar con la menos mala de las salidas posibles para este proceso imposible ( ... ) el jurado ha dado una lección de discernimiento a las élites mediáticas y políticas de Francia.

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