La figuración intimista de RonaId B. Kitaj llena de rostros y color el Reina Sofía
El pintor norteamericano lamenta el excesivo academicismo del arte contemporáneo
Ronald B. Kitaj, figura clave de la recuperación en los años sesenta de la pintura figurativa, presentó ayer en Madrid la exposición antológica que el Museo Reina Sofía le dedica. Más de 70 obras (cargadas de un intimismo casi confesional) repasan la obra de este artista norteamericano, nacido en 1932 y que con 20 años se trasladó a Europa para convertise -junto a Bacon, Auerbach y Lucian Freud- en miembro de la llamada Escuela de Londres. "Me han acusado de ser un artista literario, pero todo el arte es ilustración literaria, tanto y tan poco como eso", afirmó ayer Kitaj, que añadió: "No creo en la autonomía de la pintura, como no creo que mirar un cuadro sea, sólo, mirar".
Hace un año Kitaj regresó a Estados Unidos tras los ataques feroces que en 1994 recibió una retrospectiva de su obra en la Tate Gallery de Londres. La crítica provocó lo que él llama "la guerra de la Tate" y el pintor incluso acusó a la prensa de la muerte de su mujer, Sandra Fischer, que murió a los 47 años de un ataque al corazón pocas semanas después de la inauguración de la exposición."Cuando Sandra murió, Londres murió para mí. Ella y yo siempre quisimos volver a casa. Pero estúpidamente volví cuando ella ya había muerto... ¿Qué le pido a la crítica? Que juzgue. Que diga lo que quiera, lo que le gusta y lo que no. Pero que no pierda cierto sentido humanitario... En Estados Unidos no entendieron la polémica de la Tate Gallery y yo sólo pude explicarla acudiendo a los libros de historia del arte. ¿Qué les ocurrió a Cézanne, Manet y a otros pintores no tan grandes? Simplemente que también sintieron el odio: fueron odiados y odiaron".
Con el pelo blanco y una mirada casi violenta, Kitaj sigue pareciendo el marino mercante que fue en su juventud. Con veinte años llegó, desde África, a Algeciras y allí recorrió España con su primera mujer, Elsi. "Yo era uno de esos norteamericanos románticos que adoraban la tradición de los escritores y poetas que venían a Europa".
En España incluso se compró una casa en Sant Feliú de Guixols. "Cataluña, es el único lugar donde he respirado algo parecido al espíritu del Estado de Israel", señala el pintor, de origen judío y que encontró en los escritos de Walter Benjamin una de las fuentes más importantes de su pintura. "Mis mejores recuerdos de España siguen estando junto a la chimenea de nuestra vieja casa, con mi primera mujer y mi amigo José Vicente Roma hablando durante horas contra Franco. Pero eso fue hace muchos años, yo no estaba sordo como ahora, hablaba catalán y mi mujer castellano... Hoy España me parece un país parecido a todos los demás, lleno de esculturas y edificios ortodoxos. Plagada del mismo arte conceptual y minimalista que se puede ver en el resto del mundo. Soy amigo de Frank Gehry, pero no me interesa un museo como el Guggenheimen Bilbao".
La exposición antológica que hoy abre al público el Reina Sofía, y que permanecerá abierta hasta el 8 de junio, viajará a Viena y Hannover. En ella se descubre la admiración de Roland B. Kitaj por Matisse y su afinidad con los juegos surrealistas. "Con el tiempo me he convertido en un snob intelectual", señala el pintor. "Cada día miro a Giotto, a Masaccio, a Cézanne, Matisse y Monet, Y quizá, una vez al mes, a Munch. Yo me considero un posimpresionista, porque nací seis años después de que muriera Monet".
Dibujar
Para Kitaj el arte hoy es, sencillamente, conservador. "Las academias se han convertido en escuelas donde los alumnos van como ovejas a aprender de todo menos lo único que imnporta: dibujar. ¿Qué es lo que hace coincidir a los dos grandes iconoclastas, a los dos grandes pintores, a los dos grandes artistas: Picasso y Matisse? Que son los dos mejores dibujantes del cuerpo humano. Hoy no se aprende lo único que importa, lo único que puede lograr que de cientos de aprendices nazca ese alguien que todos esperamos. Y por cierto, ese alguien, después de aprender lo que hay que aprender, finalmente pintará con la mente y no con las manos".Y Kitaj añade: "Cuando un pintor joven se acerca a mí y me pregunta qué tiene que hacer le digo que se compre un billete de avión, viaje hasta la calle Moncada de Barcelona y allí, donde está el joven Picasso, busque la respuesta".
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