_
_
_
_

El arte perdido del circo de pulgas

Una artista colombiana recupera en Nueva York esta tradición

Las pulgas (siphonaptera pulicidae) son habitualmete conocidas por diseminar el tifus y gusanos gastrointestinales, por no hablar de la peste bubónica y otras delicias del medievo. Pero en un nuevo montaje de vanguardia que puede contemplarse estos días en el New Museum of Contemporary Art, de Nueva York, las pulgas son artistas de un circo en miniatura ideado por la escultora y diseñadora colombiana María Fernanda Cardoso. Las pulgas de Cardoso saltan, bailan, se columpian y desafían a los incrédulos y a los críticos de arte.

El circo de pulgas es una tradición originada hace más de 100 años y que hasta hace unas pocas décadas podía contemplarse en directo en el Times Square de Nueva York. El renacimiento, que Cardoso reconoce como ''absurdo", de este arte perdido, se enmarca ahora en el ámbito de la instalación de vanguardia. María Fernanda Cardoso nació en Bogotá (Colombia) en 1961,cursó sus estudios de escultura en Yale (EEUU), y actualmente vive en Australia con su marido, el vídeoartista Ross Harley. El Cardoso Flea Circus (Circo de Pulgas Cardoso) se estrenó en el New Museum del Soho neoyorquino el mes pasado, y se puede ver hasta el próximo 19 de abril. Cuando Cardoso no está presente, se proyecta un vídeo especial.Entre el clásico espectáculo de monstruos de barraca y el posmodernismo, el circo de pulgas aparenta ser una imposibilidad física simulada con complicados efectos ópticos. Cardoso prefiere decir que "el circo de pulgas existe en un mundo real y también en un mundo mítico" y que "hacer algo tan inútil y absurdo es todo un reto para la mente". Pero ¿esto es verdad o no? En su publicidad Cardoso asegura que los actos circenses son reales. "En un mundo de Internet y alta tecnología, queda todavía algo tan arcano y extraordinario que desafía los límites de la imaginación", anuncia el programa.

Números variados

¿Qué es, pues, lo que hacen las pulgas de María Fernanda Cardoso? En un escenario diseñado por la propia artista, la llamada Brutus arrastra una locomotora en miniatura cuyo peso es 160.000 veces mayor al del propio bicho. Un grupo de bailarinas con tutús a la medida parecen moverse al ritmo de una música tropical, mientras que los funambulistas Pepita y Pepón se balancean en columpios especiales. Hay incluso una pulga que hace puenting y un número inspirado en Harry Houdini.No, no es una pesadilla. Después de cuatro años de investigación, en la que Cardoso se remontó hasta la Corte prusiana del siglo XIX y el pionero en la domesticación de pulgas, un tal maestro Bertolotto, la artista desarrolló un método de entrenamiento a través de exposiciones a la luz, frío y calor, soplidos y diferentes texturas que repelen o atraen a los microinsectos de la troupe. También se les puede retener o dirigir con hilos de seda o cobre, con diferentes utilidades.

Habitualmente Cardoso tiene cientos de pulgas a su disposición, pues su periodo vital es reducido. Muchas de ellas las incuba en el pelo de su propio gato y luego Cardoso recoge los huevos. Pero las pulgas suelen morir durante la representación o de inanición, ya que Cardoso no las alimenta cuando están bajo su tutela. La razón es sencilla: las pulgas chupan sangre.

El currículo de Cardoso incluye instalaciones y exposiciones de escultura en Latinoamérica y EEUU, y en su obra ha empleado moscas, estrellas de mar, pirañas, ranas, lagartos y huesos humanos como herramientas plásticas. Su circo de pulgas, dice, es parte de un interés científico-artístico sobre la relación entre animales y seres humano

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
Recíbelo

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_