Un antiguo radical que ha sabido vender una imagen moderada
Gerry Adams usó hace poco la frase "estoy muy cabreado" para describir su estado de ánimo cuando Londres y Dublín decidieron expulsar temporalmente al Sinn Fein de la mesa de negociaciones. El impacto de ese impromptu fue un alud de críticas al temperamento y vocabulario del locuaz líder nacionalista.Quizás porque sabe mejor que nadie que jamás conviene dar munición al enemigo, Adams ha estado proyectando una imagen más acorde con su papel de dirigente del partido que gana adeptos a una velocidad que comienza a preocupar a sus socios católicos del Partido Social Democrata y Laborista (SDLP). Adams, que abandonó una vida de panfletos subversivos y reuniones clandestinas (algunos dicen que incluso hubo tiempos en que iba armado con pistolas del IRA) para abrazar la política, personificaba ayer una moderación que contrastaba dramáticamente con la estridencia de los radicales protestantes. Esa imagen le está siendo bastante útil en el plano diplomático.
Pero dentro del campo nacionalista irlandés comienzan a advertirse síntomas de disgusto ante tan abrupto cambio de estilo que sus adversarios perciben como de muy mal agüero. El Sinn Fein de Adams, afirman, se está suavizando y danza al ritmo que quiere imponer Londres. Adams es plenamente consciente de que, al igual que Trimble, ha quedado expuesto al embate de los sectores radicalizados que ven el proceso de paz como una farsa. Su posición no es invulnerable. Grupos como el llamado Ejército Irlandés de Liberación Nacional (INLA) y el IRA Continuidad (CIRA), constituyen el principal desafío a las posturas moderadas del Sinn Fein. El INLA se ha responsabilizado de varios asesinatos de protestantes desde la apertura de las conversaciones en septiembre. Ambos grupos pugnan infructuosamente por destruir el proceso.
Pero Adams parece más preocupado por el incipiente poder del llamado Comité de Soberanía de los 32 Condados, que encabeza Bernardette Sands, la hermana del huelguista de hambre Bobby Sands, muerto en la cárcel en 1981. Su credo de unificación inmediata y expulsión de las fuerzas británicas del Ulster antes de comenzar a negociar en serio es cada vez más magnético.
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