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CÓRDOBA

La espada de Finito

, Finito sigue teniendo una asignatura pendiente: la espada. Si la falta de confianza fue lo que hizo que saliera prematuramente de la temporada taurina del pasado año, en su vuelta, recuperado su ardor y ganas de su época de novillero, ha olvidado que la espada ha sido permanentemente su mayor enemigo, perdiendo éxitos notables por no saber rematar con el acero faenas de enjundia y calidad.El torero sigue teniendo alergia a la suerte suprema. No se entrega a la hora de matar y toma demasiadas ventajas en esta suerte, emborronando el trabajo realizado en la cara del toro. El testimonio más claro de esta. circunstancia lo tuvieron los aficionados cordobeses en el cuarto de la tarde, segundo de la ganadería de Joaquín Núñez, donde el torero, después de una templada faena que se le vino abajo, se entretuvo en despachar al animal de cuatro pinchazos y media estocada.

Varias / Finito

Dos toros de Torrestrella, lº y 6º, sin fuerza; dos de Joaquín Núñez, 2º y 4º, novillados y con casta; y dos de Jandilla, 3º y 5º, sin casta y sin fuerza. Finito de Córdoba: ovación; una oreja; silencio; aviso y ovación; aplausos, aplausos.Plaza de Los Califas. 4 de abril. Un cuarto de entrada. Primera corrida del abono de Córdoba, en la que Finito actuó en solitario.

A pesar de que la faena no tuvo premio, en ella se vieron los momentos más intensos de la corrida. El anovillado cuarto, muy encastado, propició los momentos más lucidos de Finito, que inició la faena con la muleta a la izquierda. El toro repetía y el torero ligó los pases. Con la derecha tomó ventajas y perdió su trabajo la plasticidad que antes había tenido la faena, que bajó conforme se sucedían las tandas largas. Con las orejas casi en la mano llegó la hora de la verdad. Ahí, Finito volvió a demostrar que con la espada es un torero inseguro, sin confianza en sus posibilidades y sin el carácter y la fe que se necesitan para rubricar los grandes momentos. Tenía abierta la puerta grande y a base de pinchazos él mismo se la cerró.

Sólo cortó una oreja de las 12 que se ventilaban. El balance no es ni bueno ni malo. El torero no estuvo, por lo general, ni bien ni mal. Ánimo se le ve. Intervino en todos los tercios y como aspecto más positivo debe resaltarse su inconformismo delante del toro con la muleta, dejando la. sensación de que ya no espera al toro bombón que embista, tratando siempre de exprimir al máximo a cualquiera de sus enemigos.

Al que le cortó la oreja, tam bién de Joaquín Núñez, corrido en segundo lugar, Finito dio pases de calidad, pero sueltos. Con la izquierda hubo más verdad que con los derechazos. El novillete, sin fuerza pero con casta, sólo admitía tres o cuatro pases por tanda y el torero se empeñó en alargar la feria.

Los torrestrellas no ayudaron en nada al gesto del torero de encerrarse con seis toros en la primera de abono de Córdoba. Con el que abrió plaza, Finito estuvo con ganas. El toro salió del chiquero con las fuerzas justas y los pases también. El último, de la misma dehesa, tampoco colaboró.

Los de Jandilla fueron dos regalitos. Al tercero, el más grande de la corrida, le dio por no andar. Toda la casta que le sobraban a los de Joaquín Núñez le faltaron a los jandillas. El primero de ellos tenía cara de aburrido, de estar triste; tenía esa cara que se le pone a uno cuando tiene que pagar una letra al día siguiente. Su comportamiento contagió al torero, que lo pasaportó de un bajonazo y un descabello.

Lo más doloroso de esta primera corrida del abono cordobés fue la escasa presencia de público en el tendido. Si esta misma corrida se hubiese celebrado hace tres años, habría habido reventa de entradas.

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