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Europa ofrece a Asia buenas palabras frente a la crisis económica

El primer ministro británico, Tony Blair, se puso ayer a la cabeza de los países europeos para ofrecer ayuda a las economías asiáticas frente a la crisis, durante la cumbre Asia-Europa que se abrió en Londres. Pero sin promesas financieras concretas, ese propósito de auxilio permanecía anoche en el terreno de las buenas intenciones occidentales. La cumbre euroasiática reúne en Londres a los 15 líderes de la UE y a los de sus 10 grandes socios en Asia.Blair abrió el más delicado encuentro económico internacional desde que Londres asumió la presidencia rotativa de la UE, hace casi seis meses, con la promesa de que Europa no se va a quedar de brazos cruzados mientras las economías del Asia crujen ante la súbita desconfianza en sus instituciones financieras.

"Los europeos no somos ese tipo de amigos que se alejan de uno ante el primer signo de dificultad. Somos socios para el futuro. Estaremos con Asia en lo bueno y en lo malo", declaró Blair. La cumbre se celebra entre una multiplicación de demandas para que la ayuda a Asia tenga en cuenta el grado de respeto de los gobiernos de la región a los derechos humanos.

La receta que Blair propuso a sus invitados es la siguiente: que los mercados europeos permanezcan abiertos a los productos asiáticos y que los asiáticos se comprometan a emprender reformas económicas y financieras. Si los europeos piensan dar algo más que consejos y apoyo moral a los gobiernos asiáticos, anoche no era todavía cuantificable. Se hablaba de crear comisiones y de formar un modesto fondo de 25 millones de dólares (3.875 millones de pesetas) para ofrecer ayuda técnica.

No por ello existía un sólo rastro de decepción oriental. La esencia del doble mensaje que los asiáticos llevan a la cumbre es que, como en cualquier parte del mundo, sus economías tienen altibajos y que en el caso particular del Asia todo está bajo control.

Le tocó al primer ministro tailandés, Chuan Leekpai, reafirmar que los asiáticos, que no viajaron a Londres una lista de demandas concretas, están decididos a "cambiar la situación". Ni siquiera usó la palabra crisis. Dijo el líder tailandés que a pesar de la situación "las bases fundamentales de la economía en Asia son sólidas".

El primer ministro japonés, Ryutaro Hashimoto, cuyo país es factor decisivo en todo plan para reanimar las vecinas economías de Asia, hizo un pronóstico que refleja una urgente intención de impartir tranquilidad. "Las actuales dificultades pasarán", dijo.

Hashimoto habló mientras los economistas trataban de calibrar la nada enigmática advertencia de Norio Ohga, el presidente del gigantesco conglomerado electrónico Sony. Trazando un panorama hasta ayer inimaginable, Ohga aseguró que la economía japonesa "está al borde del colapso". El revuelo por esas palabras, así como un sombrío informe del Banco de Tokio, dominarán muchas de las discusiones, que deben concluir hoy. Según fuentes de la cumbre, con una declaración final que manifieste tanto solidaridad como propósitos de enmienda, pero sin revelar la composición del remedio ni la magnitud de la alarma euroasiática ante los problemas del Japón.

Los borradores coinciden en un punto. El impacto de la crisis financiera asiática en la economía mundial es considerable, pero la crisis no se ha descontrolado. "Ya existen señales de mejoría sustancial en la balanza exterior de algunos países asiáticos, aunque permanece la necesidad de mantener la vigilancia", decía un documento elaborado por los ministros de relaciones exteriores de los 25 países participantes, según Reuters.

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