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Oleada de críticas en EE UU contra el ego inflado de James Cameron

A James Cameron le ha llegado la hora de la resaca. Después del éxito planetario, los 11 oscars y los 100 millones de dólares con que le va a recompensar la 20th Century Fox por dirigir Titanic, se supone que el cineasta podría haberse quedado en su casa frotándose las estatuillas, como le sugería ayer un columnista de The New York Times. Sin embargo, a los pocos días de chillar aquello de "¡soy el rey del mundo!" en la entrega de los Óscar, Cameron pagó un anuncio en el diario Los Angeles Times la semana pasada para quejarse de su crítico principal, Kenneth Turan, a quien no le gusta la película.El derecho a la pataleta está contemplado en la Primera Enmienda de la Constitución de EE UU, pero los esfuerzos de James Cameron por convertirse en el nuevo Orson Welles le están haciendo quedar más bien como la nueva Barbra Streisand. "[Turan] ha perdido el contacto con su público y ya no sirve para nada útil", escribió Cameron en su artículo de publicidad. "Olvidémonos de Clinton, ¿cómo se puede pedir la moción de censura contra Kenneth Turan?". Desde los comentaristas de televisión hasta la revista Variety, las críticas al ego superinfiado de Cameron, que empezaron durante el rodaje de Titanic, continúan estos días. "Debe ser una gran carga el estar dotado de una visión tan clara mientras tu rebaño pasa por encima de ti sin hacerte caso", ironiza ahora el director hablando de Turan, a quien considera un "egocéntrico elitista".

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Los Angeles Times ha respaldado incondicionalmente a Turan, una de las pocas grandes firmas del periodismo en EE UU que han puesto mal a Titanic. En distintas ocasiones, Turan ha dicho que Titanic apesta a falsedad y carece de la más mínima originalidad" y que "debería ponerse en las escuelas de cine para enseñar lo que no hay que hacer".Por su parte, Turan ha dicho esta semana que le dejó "pasmado" leer la carta de James Carneron en Los Angeles Times porque "normalmente esta gente está rodeada de un equipo que les recomienda que se calmen". Tras la ceremonia de los Óscar la semana pasada, el grito de Cameron imitando a Leonardo DiCaprio se convirtió en una broma comparable sólo a los gestos que pone Celine Dion al cantar My heart will go on. Tras coronarse rey, Cameron pidió unos momentos de silencio para las víctimas del Titanic y luego dijo que se iba "de juerga hasta el amanecer".

Pero yendo todavía más allá, Cameron escribió en su perorata contra Kenneth Turan que "el público de todo el mundo está celebrando su humanidad esencial al ir a una sala a oscuras y llorar juntos". La osadía de esta frase en concreto hizo al columnista de The New York Times Frank Rich salir ayer en defensa de Turan y pedir a Cameron que "cierre la boca", recordando de paso que Titanic trata sobre los peligros de la arrogancia y de la superioridad de los poderosos.

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