La mayoría de los Quince critica la nueva agricultura europea que propone Fischler
El primer debate -abierto al público- de los ministros europeos sobre la reforma de la agricultura comunitaria levantó críticas de la mayoría de los países. Los Estados del norte, porque la reducción de precios no se compensa con suficientes ayudas a la renta. Los países del sur, por lo que consideran discriminación de los productos mediterráneos, aunque cada uno campó por sus aires al abordar la reforma del olivar. Sólo cuatro muy liberales (Reino Unido, Suecia, Dinamarca y Austria) aplaudieron al comisario Franz Fischler por su proyectada reforma del aceite de oliva.
, Hasta el decorado exterior parecía el de una gran farsa. La sede bruselense del Consejo de Ministros estaba rodeada por una espectacular alambrada de espinos muy a la belga. A un lado, un cordón de antidisturbios que, con cascos, escudos y porras en el suelo, pero a mano, charloteaban aburridos. Al otro, un puñadito de agricultores protestaba contra la reforma. Los italianos ofrecían degustaciones de aceite, vino y embutidos. Los ricos alemanes vaticinaban su propia ruina. Los demás se quejaban por todo. No había aceituneros altivos.Dentro ocurría algo parecido. Aunque el dinero para la Política Agrícola Común (PAC) aumentará entre el 2000 y el 2006, los ministros recibieron de uñas la reforma, quizá porque la sesión era abierta a público y prensa. Hubo excepciones, aunque algunas con cierto cinismo. La cada vez menos europea Suecia reclamó una visión solidaria y amplia al negarse con desdén a reducir el debate "a una disputa técnica sobre cuotas, fondos o aranceles". Como si el diablo no estuviera en los detalles.
El Reino Unido, pese a haber hundido el mercado de la carne con sus vacas locas, aplaudió el recorte del sistema de precios de intervención del vacuno y festejó que se impulse la alimentación por pastos, "cosa que alegra especialmente a los consumidores". Como si el uso de piensos animales, origen de la enfermedad, no tuviera nada que ver con su país.
Dureza francesa
Él ministro francés, Louis le Pensec, se situó por encima del bien y del mal con una demoledora crítica global a las propuestas de Fischler, que a su juicio hay que "reorientar por completo" para primar las ayudas a los productos elaborados en lugar de reducir los precios y compensar parcialmente la caída de ingresos de los agricultores con ayudas directas a la renta.Quiso cargarse de razones al explicar que en su país ha caído en picado la venta de materias primas agrícolas mientras aumenta la de los productos con alto valor añadido. Precisamente un indicio de que las materias primas soportan precios de venta demasiado altos para competir con países terceros y que los productos elaborados tienen tal competitividad que no parece que necesiten ayudas públicas para subsistir.
Alemania rechazó también la reducción de precios y consideró insuficientes las compensaciones. Su ministro, Jochen Borchert, fue particularmente agrio con la reforma del vacuno y afirmó que sus ganaderos verán reducidos sus ingresos a un 65% de lo que perciben actualmente. Pero no explicó que el verdadero enojo de Bonn es que la reforma no sólo no reduce el presupuesto agrícola, sino que lo aumenta. "Nos preocupan más las críticas de Alemania que las de Francia", reconoció una fuente cercana a Fischler. 'Tos franceses son muy duros en público pero mucho más suaves en privado; los alemanes, en cambio, defienden un recorte del presupuesto por razones electorales internas", razonó.
Alemanes y franceses coincidieron en algo con la ministra española, Loyola de Palacio. "La reforma no garantiza el mantenimiento de la PAC ni su aceptación por la Organización Mundial de Comercio", afirmó Le Pensec. "Adelantarnos en la reforma significa perder fuerza negociadora en la próxima ronda mundial y al final Europa puede pagar dos veces", advirtieron De Palacio y Borchert.
Menos coincidencias tuvo la ministra española con sus colegas mediterráneos. Españoles, italianos, griegos y portugueses denunciaron al alimón el tratamiento que reciben los productos mediterráneos frente a los continentales. Pero al descender al terreno de lo concreto el frente del olivo saltó por los aires. Grecia reclamó una reforma definitiva, no transitoria. Italia no sólo la apoyó sino que pidió -y obtuvo el apoyo de sus colegas- que el Parlamento Europeo la examine por procedimiento de urgencia para aprobarla cuanto antes. Y Portugal se opuso a la prohibición de nuevas plantaciones. Eso sí, Francia advirtió que 11 no se puede actuar contra los países productores".
De Palacio afirmó dos veces que el olivo es un tema "vital" para España. Una referencia que hizo pensar a los expertos en la jerga comunitaria que aludía así a la intención de vetar toda la actividad comunitaria. "No es momento de vetos, sino de negociar", aclaró luego la ministra.
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