"La oposición que hacemos es manifiestamente mejorable"
Pregunta. Hace pocos meses usted volvió de Cuba impresionado por lo que le dijo un campesino al verle con prisas: "Tranquilo, guate, que hay más tiempo que vida". ¿Qué ha pasado para que haya dejado de lado aquella expresión de sabiduría? Respuesta. He querido evitar que se perdiera una ocasión para oxigenar la política y revitalizar a mi partido. Y para saber cuántos votos hay detrás de los aplausos. P.¿Le ha influido el estimar que su partido no ha hecho una oposición eficaz? R.La oposición que hacemos es manifiestamente mejorable. No hay alternativa si no se perciben las diferencias. Y el futuro de la izquierda no puede ser una reproducción de las soluciones que aplicó en el pasado, porque los problemas de mañana no son los de ayer. P. Las críticas del PSOE no calan en la opinión pública ¿porque pesa todavía sobre ustedes la losa del pasado reciente, porque el Gobierno disfruta todavía de un estado de gracia...? R. De todo hay. Pero ya hemos pagado por nuestros errores pasados. Roldán está en la cárcel, y nosotros en la oposición. Ahora toca criticar al Gobierno y ofrecer alternativas creíbles. El comportamiento de unos pocos no puede impedirnos representar a los millones de ciudadanos que nos dieron su confianza. No tengo ningún complejo a ese respecto. P. ¿Los ve en el núcleo dirigente del PSOE? ¿Persiste el sentimiento de que no pueden levantar demasiado la cabeza? R. Se trata, precisamente, de levantar la cabeza. En la oposición, el socialismo debe ser tan realista como ambicioso. P. ¿Es que echa eso de menos en Joaquín Almunia? R. Joaquín Almunia no es mi adversario. Es mi alternativa como aspirante a candidato. Este será un debate de ideas entre personas. Un debate real, porque no hay ideas sin personas. A los militantes socialistas corresponde decidir quién es el rival más temible para el PP y la persona más capaz de dirigir una acción de Gobierno al servicio de los objetivos de la izquierda democrática. El mejor candidato será el que ellos elijan. Y ése será también el mejor para mí. P. ¿Quizá usted mismo resulta tan temible para el PP, de rival, como para los dirigentes del PSOE, por aspirar a a presidencia del Gobierno? R. Si queremos hacer primarias, será para que se presenten quienes creen que pueden ser buenos candidatos ¿no? P. La Unión General de Trabajadores ha pedido que se imponga por decreto-ley, en el año 2000, la jornada de 35 horas. ¿Está de acuerdo? R. No creo que pasado mañana haya que imponer por ley, de forma instantánea, general y uniforme, un cambio tan profundo en las estructuras laborales y en los costes empresariales. Pero dicho eso, la izquierda tiene que aprender a distribuir las oportunidades de trabajar y no sólo la renta producida. En ello se juega su futuro. Y la negociación sola no bastará. Harán falta normas, adaptadas a las circunstancias. Si el trabajo fuera sólo una mercancía, bastaría con negociar su uso. Si es un derecho, entonces hay que garantizarlo. Y estar dispuesto a asumir su coste. El peor coste es el de una sociedad de paro estructural y crónico. P. ¿Cuál es su posición ante la reforma del IRPF que planea el Gobierno? R. Todavía no sé en qué consiste esa reforma. Conocemos las opiniones de algunos expertos y comentarios contradictorios del Gobierno. Pero en España ya no hay un IRPF. Murió con el decreto-ley de julio de 1996. Ahora pretenden enterrarlo. Las rentas del trabajo están sometidas a un tipo progresivo y las ganancias de capital sólo pagan un 20%, cualquiera que sea su cuantía y la renta de quien la percibe. P. ¿Qué encuentra de inaceptable en el medicamentazo de este Gobierno en comparación con el que aprobó el Gobierno socialista? R. Dos cosas: el engaño político y la falta de equidad. El PP dijo que si gobernaba volvería a incluir en la financiación pública los fármacos que nosotros excluimos. No sólo no lo hace sino que excluye otros 800. Ahora, además, se suprimen, familias enteras de fármacos que excluyen de la protección pública a enfermedades crónicas. Yo no creo que la izquierda deba apelar sistemáticamente a la gratuidad. No hay nada gratuito. Un gobernante debe tener el valor de decir que todo cuesta y que hay que pagarlo. Pero debe diferenciar lo que son derechos, que se garantizan con los impuestos de todos, de lo que son mercancías, que cada cual paga de su bolsillo. Entre derechos y mercancías pasa la línea divisoria entre izquierda y derecha. P. ¿Fue acertado proclamar, y defender a toda costa, como hicieron ustedes, que no hay responsabilidades políticas mientras no quede comprobado que hay responsabilidades penales? R. Desde luego, puede haber responsabilidades políticas sin responsabilidades penales. P. ¿Qué le preocupa de los plantamientos del Gobierno desde la perspectiva de garantizar la financiación de las pensiones? R. Este Gobierno, a la chita callando, está poniendo bombas de relojería en los cimientos de la Seguridad Social, haciéndole pagar políticas sociales que deben ir a cuenta de todos los contribuyentes; disminuyendo su capital y reservas, llamando cínicamente "anticipos de tesorería" a endeudamientos irreversibles. Como no pueden derribar el edificio de frente, lo debilitan para poder decir un día: '¿ven como no se tiene en pie?'. Y no hemos sido capaces de alertar a la sociedad de lo que está ocurriendo. P. Almunia ofreció a Izquierda Unida, al ser elegido secretario general, no una una casa común sino una "causa común"... R. Una expresión muy afortunada de Joaquín Almunia. P. Y ¿ha visto afortunada la respuesta de Anguita? R. Desgraciadamente, no. Pero hay que seguir trabajando para hacer causa común, porque de las trasferencias de voto de izquierdas entre PSOE e IU depende mucho que la próxima vez gane el PSOE o el PP.
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