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Veintitrés muertos en lo que va de curso

Cuatro horas después del tiroteo en el colegio Westside, de Arkansas, una madre mecía todavía a su niña de 10 años, incapaz de moverse por la impresión de lo que había contemplado. Veintitrés personas, niños en su mayoría, han muerto por disparos en colegios de Estados Unidos desde que el pasado mes de septiembre comenzara el curso.

El presidente Bill Clinton, en viaje oficial en África, pidió a los ciudadanos de su país que no se precipiten en sus conclusiones, pero que reflexionen sobre lo ocurrido. Mike Huckabee, gobernador de Arkansas (sucesor de Clinton en ese despacho), también pedía reflexión en un Estado en el que está prohibida, pero no penada, la venta de armas a menores: «Esto no es el problema individual de una escuela. Es una enfermedad cultural. Quizá el problema está en los programas de televisión que los niños ven, en las películas, en el lenguaje que emplean, la violencia a la que están expuestos y la glorificación de esa violencia», decía Huckabee. «Debemos rebelarnos contra una cultura que permite alimentar este tipo de violencia en un niño de 11 años».

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Esta tercera tragedia que ocurre en un colegio norteamericano en los últimos cinco meses ha vuelto a poner sobre el tapete el problema de la proliferación de armas en un país en el que es hábito poseer rifles y pistolas. La Asociación Nacional del Rifle, presidida por el actor Charlton Heston, se ha convertido en un importante grupo de presión que defiende las armas como método de defensa personal. Algunas de las más importantes fábricas de armas en Estados Unidos, que comercializan sus productos a través de Internet, sitúan bajo su anagrama la frase «todo hombre tiene derecho a poseer armas y este derecho no puede ser arrebatado».

Menos suicidios

Los expertos en violencia infantil consideran que los adolescentes con problemas han invertido el sentido de su agresividad: decrece la tasa de suicidios entre niños y adolescentes, pero hay cada vez más actos violentos contra otras personas; vuelcan contra los demás la violencia que antes volcaban contra ellos. El último estudio sobre violencia en los colegios cifra en 50 la media de muertes violentas entre estudiantes cada curso académico en Estados Unidos; de esas 50 muertes, 45 son por homicidio y 5 por suicidio, una proporción inversa a la de la mayoría de los países desarrollados. En uno de cada tres colegios de este país ha habido al menos un crimen; uno de cada 50 colegios ha instalado detectores de metales o guardias de seguridad para vigilar, no a los intrusos, sino a los alumnos. Y otras cifras son aún más aterradoras: en Baltimore, al norte de Washington, uno de cada dos adolescentes reconoce que en alguna ocasión ha llevado una pistola al colegio.

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