Kofi Annan tiene que abandonar el Parlamento israelí entre las críticas de la extrema derecha
Kofi Annan, secretario general de la ONU, se vio obligado ayer a abandonar el Parlamento israelí en Jerusalén cuando lo que era un acto protocolario se convirtió en un ataque verbal continuado por parte del presidente de la Cámara y de diputados de la extrema derecha. "Los actos de nuestro pueblo reciben abrumadores ataques hostiles y resoluciones de condenas no equilibradas de la ONU", clamó el presidente de la Kneset, el diputado del partido Likud, Dan Tijon, en lo que debía de ser un discurso de bienvenida a Annan.
"La estrategia de aislar Israel y la campaña por restarle legitimidad no dará frutos", prosiguió Tijon, quien, como hiciera días antes Benjamín Netanyahu con respecto a la Unión Europea, acusó a la ONU de adoptar una política unilateral con respecto a los problemas de Israel. Tijon llegó a amenazar con marginar a la ONU del proceso de paz.En medio del acoso verbal, mientras un diputado árabe trataba de dar una acogida educada a Annan, otro diputado de la extrema derecha, Benny Eilón, espetó al secretario general: "Somos un país soberano". En ese momento, el visitante y su esposa decidieron levantarse y abandonar el hemiciclo.
Horas más tarde, Annan aseguró en una conferencia de prensa que las razones de las críticas y quejas internacionales a Israel "no caen del cielo", sino de su incumplimiento de los acuerdos de Oslo, y aconsejó a Israel que se comprometa con el principio político de "paz por territorios" y no trate de buscar otra alternativa al proceso de paz.
En Madrid, mientras, Nabil Shaat, ministro palestino de Cooperación Internacional, reveló que su Gobierno estudia la posibilidad de declarar la independencia de Palestina en mayo de 1999 o antes si para entonces no ha habido progresos en el proceso de paz. En esa fecha se cumple el calendario establecido por los acuerdos de Oslo para pasar a negociar el estatuto definitivo de los territorios ocupados por Israel, lo que implica que gran parte de la retirada israelí debería entonces haberse producido.
Contrariamente, el proceso está paralizado desde hace un año como protesta palestina por la construcción del asentamiento de Har Homá (Abu Jebel Ghneim en árabe), en lo que un consenso internacional casi unánime califica de violación de los acuerdos.
Saat, en la cincuentena, buen conocedor de EE UU, calificaba ayer en diálogo con EL PAÍS al jefe de Gobierno israelí, Benjamín Netanyahu, de "americano orientalista", es decir, como un judío muy poco israelí, "aficionado", en los términos colonialistas de Edward Said, a las cosas de Levante. El ministro de Yasir Arafat, presidente de la Autoridad Nacional Palestina, entiende que Europa puede desempeñar un papel importante en las conversaciones. "No", concede, "tratando de competir con Estados Unidos, sino dejándose utilizar por Washington", aunque en el sentido más hábil de la palabra. Dado que el 70% de las exportaciones de Israel hallan su destino en la UE, "Europa podría aplicar sanciones a Israel por el incumplimiento de los acuerdos". Y eso obligaría, dice, a intervenir a Estados Unidos para parar el golpe, pero no para volver al punto cero, sino "interponiendo nuevas iniciativas que pudieran sacar las negociaciones del actual marasrno". Eso es lo que llama "escalada de una irritación medida" contra Israel.
El ministro partió ayer tarde después de entrevistarse con el responsable español de Exteriores, Abel Matutes, a proseguir una gira europea. Tenía prisa y necesitaba dinero.
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