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El Ejecutivo asume que hay riesgo de ruptura con el PNV por el 'plan Ardanza'

Luis R. Aizpeolea

El Gobierno, tras el rechazo del plan de paz del lehendakari Ardanza, está dispuesto a asumir el riesgo de una ruptura con el PNV y pretende salvar la Mesa de Ajuria Enea. La reunión que mantendrán antes de la Semana Santa el presidente del Gobierno, José María Aznar, y el del PNV, Xabier Arzalluz, será decisiva sobre el futuro del pacto. Los partidos nacionalistas, PNV y Eusko Alkartasuna (EA), incorporarán el plan del lehendakari a sus programas electorales para los comicios vascos, que también será punto de referencia para los ámbitos sociales que han protagonizado vías de diálogo con HB.

El Gobierno ofrece su respaldo a la posición de rechazo al plan de paz del lehendakari Ardanza que mantuvo el representante del PP en la Mesa de Ajuria Enea, Carlos Iturgáiz. Dicha posición ya la había adelantado el ministro del Interior, Jaime Mayor, en un encuentro privado que mantuvo con el lehendakari Ardanza hace varias semanas. Mayor adelantó a Ardanza que su opción alternativa al plan del lehendakari era abrir un debate sobre la salida a la violencia de ETA entre los tres principales partidos vascos -PNV, PSOE y PP- y posteriormente trasladar el acuerdo a los demás grupos de la Mesa de Ajuria Enea.El Gobierno cree que, pese al rechazo del plan de Ardanza, la Mesa de Ajuria Enea puede continuar su labor porque se ha convertido en "un punto de referencia" en la lucha contra el terrorismo en el País Vasco. La expectativa del Gobierno se acrecienta por la afirmación del presidente del PNV, Xabier Arzalluz, al finalizar, el martes, el encuentro de Ajuria Enea: "Nos tendremos que seguir reuniendo".

El frente parlamentario

Más difícil lo tiene el Gobierno en el frente parlamentario. El Ejecutivo asume el riesgo de que el rechazo del PP al plan de Ardanza suponga la ruptura del pacto con sus socios nacionalistas vascos, acordado en abril de 1996. Esta última desaveniencia se une al bloqueo del desarrollo del Estatuto de Gernika al decidir el Gobierno no traspasar al Ejecutivo vasco las cuotas de formación del Inem y a los numerosos desencuentros del PNV con la política antiterrorista del Ejecutivo. La cita de Arzalluz con Aznar, prevista para antes de la Semana Santa, será decisiva para el futuro de la colaboración de los nacionalistas vascos con el Gobierno.Aznar tratará de convencer a Arzalluz de la conveniencia de mantener el pacto de Gobierno, pese a los importantes desacuerdos. Para el presidente del Gobierno sigue siendo importante poder contar con un bloque de apoyo por parte de los tres partidos nacionalistas más importantes, pero está dispuesto a arriesgar esa relación con el PNV en el caso de que éste partido considere una afrenta definitiva el rechazo por el PP del plan de paz del lehendakari.

El Gobierno ha jugado fuerte porque cree que el plan, tal y como estaba diseñado, dañaba a un aspecto fundamental de su política, como es el terreno de la lucha antiterrorista. En última instancia, el PNV, calcula el Gobierno, tampoco es decisivo a la hora de disponer de la mayoría parlamentaria.

Aznar apuesta por una política antiterrorista basada en el aislamiento de ETA y su entorno a través del acoso policial e internacional. También cuenta con que, pese al desacuerdo sobre el plan del lehendakari, la Mesa de Ajuria Enea siga siendo un vehículo de respuesta y movilización políticas frente a los desafíos del terrorismo.

Por el lado del lehendakari Ardanza, aunque su plan de pacificación ha sido rechazado en la Mesa de Ajuria Enea, cuenta con que se convierta en punto de referencia en el País Vasco. "El plan ha calado", señalan en el entorno del lehendakari. Tanto el PNV como EA lo incorporarán a sus programas electorales. También, los movimientos sociales y sindicales, como ELA-STV y LAB, que habían permanecido a la expectativa en las últimas semanas, mientras duró el debate del plan de Ardanza, emergerán.

Desde el Gobierno vasco se reconoce que, tras el rechazo del plan del lehendakari, el riesgo de distanciamiento entre los dos bloques políticos del País vasco -PP y PSOE frente a nacionalistas e Izquierda Unida (IU)- se puede acrecentar y más aún con la expectativa de las elecciones vascas. El malestar con la posición mantenida por el representante del PP, Carlos Iturgáiz, es considerable en el Gobierno vasco y el PNV.

Se recuerda, por ejemplo, que cuando se le planteó, el martes, en la Mesa de Ajuria Enea por qué rechazaba el plan del lehendakari si lo aceptaba el presiden te del Tribunal Constitucional respondió que el presidente del Tribunal no era el del Gobierno.

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