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Fuego sin control en la selva amazónica

La gente lucha contra las llamas con palos y mantas a la espera de ayuda oficial

El gigantesco incendio que ya devoró la cuarta parte de la provincia brasileña de Roraima, en el norte del país, ha escapado al control de los bomberos y de los militares y ya amenaza una ciudad de 20.000 habitantes, según admitió ayer un portavoz del gobierno provincial. "Hemos movilizado a todos los adultos de la ciudad con baldes de agua para intentar controlar las llamas", dijo el alcalde de la pequeña Amaparí, quien evacuó los niños de la ciudad. El incendio, el más grande que se recuerda en la selva del Amazonas, ha invadido también las tierras de los más primitivos pobladores del planeta, los indios yanomamis, que habitan ambos lados de la selvática frontera de Brasil y Venezuela.

Una nube de humo de 300 kilómetros de extensión está cubriendo diversas regiones de la provincia y ha oscurecido el cielo de la capital provincial, la pequeña ciudad de Boa Vista. En las tierras de los yanomamis, lagos y lagunas, ríos y arroyos se han secado y las llamas avanzan inexorablemente hacia las aldeas.El gobernador provincial, Neudo Campos, había anunciado una operación de emergencia contra el fuego, pero luego se echó atrás y dejó la dura tarea en manos del Instituto Brasileño del Medio Ambiente y Recursos Naturales Renovables (Ibama) y de los militares. En medio del homérico siniestro, un burocrático conflicto de competencias con el Ibama y las Fuerzas Armadas llevó al gobernador a cancelar el alquiler de 22 helicópteros de una empresa venezolana, con los que se proponía desencadenar una ofensiva contra el fuego.

Mientras el incendio avanza con implacable voracidad, el gobernador confesó que la situación le da "un miedo que nunca había sentido antes", en una carta que dirigió al presidente de Brasil, Fernando Henrique Cardoso. El gobernador asegura que la cuarta parte de la superficie de Roraima ya ha sido pasto de las llamas.

"Es incalculable el perjuicio al medio ambiente", comentó el especialista en agroecosistemas tropicales Reinaldo Barbosa, al describir la extensión del siniestro -3.700.000 hectáreas, 3.100.000 en la sabana y 600.000 en la selva virgen una superficie comparable con la de Dinamarca.

Según los científicos del Instituto Nacional de Investigaciones de la Amazonia, el principal responsable por el gigantesco incendio es el fenómeno El Niño, que ha hecho que no llueva en la tórrida Roraima desde hace dos meses y medio. La humedad ambiente es inusualmente baja y los fuertes vientos propagan las llamas como un reguero de pólvora.

La situación de la pequeña Amaparí es la misma de muchos poblados de Roraima. En algunas localidades de la frontera con Venezuela los habitantes intentan desesperadamente aplacar la furia de las llamas con palos, mantas y las aguas de una pequeña represa situada en territorio venezolano. Pero el esfuerzo parece inútil; el fuego avanza sin cesar, estimulado por la vegetación reseca y la falta de agua. "Si no llueve de una vez, muy pronto esto será el propio infierno", afirmó el jefe del servicio meteorológico local, Joao Manoel Coimbra, desesperado ante su propio pronóstico de que no lloverá hasta abril.

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