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Tribuna:AULA LIBRE
Tribuna
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Gasto y calidad

La calidad de los resultados y las respuestas a las nuevas demandas de educación superior son los principales aspectos en los que se centra un estudio (Análisis del panorama educativo 1997) que la OCDE acaba de hacer público, en el que se analiza la situación de la enseñanza en los países desarrollados. El informe se pregunta si es suficiente y eficaz el gasto en enseñanza.España gasta en los centros educativos lo mismo que el promedio de los países desarrollados, el 5,6% de los recursos (porcentaje del PIB de 1994), y, si se tiene en cuenta el número de alumnos y la riqueza por habitante, se concluye que el esfuerzo que la sociedad española dedica a la enseñanza es por primera vez equivalente al que realiza el conjunto de los países de la OCDE. Si se suman las becas, España gastó un 5,8% y el promedio OCDE es un 5,9%.

El incremento del gasto en educación ha permitido quebrar uno de los rasgos que diferenciaban a la sociedad española del resto de los países avanzados. Los datos coinciden con la percepción de los españoles sobre la situación de la enseñanza y, sin embargo, contrastan con las propuestas que sustentan algunas alternativas que se plantean desde el sistema político y desde amplios sectores de la comunidad educativa, empeñados en situar los problemas de calidad en el terreno de las insuficiencias económicas.

Según los sondeos del Centro de Investigaciones Sociológicas, nadie o casi nadie considera que se gasta mucho en educación, pero se ha reducido notablemente el número de los que piensan que se gasta poco, y son la mayoría los que opinan que se gasta lo justo, al tiempo que todos (87%) están en contra de reducir el gasto público en enseñanza.

Referido al conjunto de los servicios públicos, desde 1997, frente a los que piensan que reciben poco, son mayoría los que creen que el beneficio que obtienen equivale a los impuestos que pagan. Si se utiliza como criterio la inversión que realizan los países desarrollados, o la percepción de los españoles sobre los recursos que consume la enseñanza, puede responderse que para las necesidades de la educación española el actual volumen de gasto es adecuado a nuestro nivel económico. Este panorama presenta diferencias notables dentro del sistema educativo y resulta contradictorio con el bajo rendimiento estudiantil.

En cuanto a si lo que gastamos lo hacemos adecuadamente, la respuesta es más compleja. La educación no parece ya estar presionada por una agobiante falta de recursos, y sus dificultades pueden interpretarse en términos de ineficiencia, cuya magnitud es todavía reducida, porque ha sido imprescindible cubrir un déficit en la universalización de la enseñanza, que se ha vencido en un tiempo muy breve, lo cual ha impedido crecer lo deseable en calidad.

Esta posición es coherente con la valoración retrospectiva que sobre el funcionamiento de los servicios públicos expresan los españoles en las encuestas del CIS. En 1992, la mayoría (62%) consideraba que la enseñanza funcionaba mejor que 10 años antes, opinión que se repite en el mismo sentido y con idéntica intensidad en 1997.

El informe de la OCDE subraya que "se está dando un continuo aumento en la dernanda" de enseñanza superior acompañada de altas tasas de fracaso, y concluye que "los nuevos intereses y necesidades de una comunidad estudiantil cada vez mayor, más diversificada en edades, estrato social y experiencia educativa previa... necesitan una nueva orientación en las políticas y prácticas que se enfoquen más a la terminación que a la selección".

J. M. de Luxán es profesor de Ciencia de la Administración de la Complutense y vicesecretario de Estudios del Consejo de Universidades.

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