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La estimulación magnética cerebral obtiene resultados esperanzadores en el Parkinson

Estudios experimentales en el hospital Clínico de Barcelona

La estimulación magnética de determinadas áreas del cerebro podrá ayudar a mejorar los movimientos de enfermos de Parkinson, enfermedad que se caracteriza por una agresiva rigidez muscular, temblor y lentitud de movimientos. En opinión de un equipo de investigadores del hospital Clínico de Barcelona, esta estimulación permite disminuir el tiempo de reacción de los enfermos y aumenta su capacidad para ejecutar movimientos de forma más rápida y precisa, o, lo que es lo mismo, favorece que los enfermos de Parkinson puedan moverse "más y mejor".

El hallazgo, matiza el doctor Josep Valls Solé, del servicio de Neurología del citado hospital, debe tomarse con cautela por tratarse aún de resultados preliminares de una investigación cuya finalidad no es terapéutica, sino de comprobación de la me jora funcional que se da en estos enfermos tras una intervención quirúrgica. En la actualidad se están llevando a cabo intervenciones quirúrgicas en diferentes núcleos del cerebro para corregir síntomas de la enfermedad.

A pesar de que en muchos de los casos se obtienen mejoras evidentes, se ignora la razón. Por otra parte, la falta desiste mas cuantitativos de medición de las mejorías obliga a los médicos a recurrir a valoraciones que son a menudo subjetivas. En opinión de Valls Solé, la estimulación magnética podrá aportar los datos necesarios para calibrar el nivel de mejora.

El origen del Parkinson, según se ha demostrado recientemente, parece estar relacionado con la pérdida de neuronas de la sustancia negra, un pequeño núcleo situado en la base del cerebro. La muerte de estas neuronas ocasiona un déficit en el tránsito de un neurotransmisor, la dopamina, a otros núcleos del cerebro, lo que ocasiona los trastornos típicos del movimiento. Hasta la fecha, las únicas opciones viables que se han descrito pasan por la administración de L-dopa, un fármaco que palía en parte el trastorno, pero con graves efectos secundarios a largo plazo (presencia de movimientos involuntarios que llegan a ser incapacitantes y que suelen aparecer a los 10 años de iniciado el tratamiento), o por intervenciones quirúrgicas en el cerebro, en especial los núcleos talámico, subtalámico y pálido.

Restaurar funciones

"Restaurar la función de la sustancia negra es hoy por hoy dificultoso", indica Valls Solé, aun que los resultados experimentales obtenidos por un equipo de investigadores de la facultad de Medicina de la Universidad de Sevilla [EL PAIS de 20 de febrero] en ratas son alentado res. El objetivo es autotrasplantar los cuerpos carotídeos (pequeñas glándulas situadas a ambos lados del cuello) en la sustancia negra dañada. En ratas se ha conseguido una mejora notable. Pero en humanos todavía no se ha ensayado esta técnica.

Mientras no llegue este momento, lo que se intenta es restablecer el equilibrio del circuito formado por núcleos interconectados del cerebro lesionando pequeñas partes. Actuando sobre el núcleo talámico se reduce drásticamente el temblor, mientras que si la intervención se desarrolla sobre el subtalámico pueden reducirse los trastornos de la marcha. La intervención del núcleo pálido, indica Josep Vail de Oriola, cirujano en el hospital Clínico y miembro del equipo de investigación, permite disminuir los movimientos anárquicos que se dan como consecuencia de la medicación administrada de forma crónica. Su equipo ha logrado una mejora de entre el 30% y el 40% de los síntomas de la enfermedad y hasta el 90% de abolición de este tipo de movimientos en una intervención que aporta, como técnica novedosa, la estimulación eléctrica de esta zona. La neuroestimulación consigue idéntico resultado que la destrucción quirúrgica de esta área cerebral: inhibir la acción de las neuronas.

"Sabemos que hay una disfunción previa y una mejora tras aplicar neuroestimulación, pero se ignora el mecanismo", coinciden ambos especialistas. Sesos pecha, sin embargo, de una interconexión entre diferentes núcleos formando circuitos específicos, los cuales serian decisivos tanto para la organización del movimiento como para su posterior ejecución. El equipo ha investigado cuatro de estos circuitos en pacientes intervenidos quirúrgicamente de los tres núcleos cerebrales. Dos de ellos conectan la sustancia negra con la corteza motora cerebral a través del núcleo pálido y el tálamo. En los enfermos de Parkinson estos circuitos están alterados de forma que pierden capacidad de control sobre el movimiento. "Utilizando métodos de estimulación magnética", dice Valls Solé, "se ha visto que la lentitud se debía a una falta de activación de la corteza motora". La falta de energía., debida probablemente a un déficit en el tránsito de neurotransmisores, a través de estos circuitos, impide la correcta activación de los músculos. La estimulación magnética en la corteza cerebral no sólo detecta esta falta de energía, sino que la compensa, con lo que los músculos se activan más rápidamente.

Los otros dos circuitos de estudio pretenden demostrar la relación entre los ganglios basales y la médula espinal. A través de este circuito se activan los movimientos reflejos involuntarios y se cree que una alteración de los ganglios basales podría aumentar o exagerar estos reflejos.

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