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Suharto anuncia el fin del despilfarro y jura sacar a Indonesia de la crisis

El presidente Suharto tomó posesión ayer de su séptimo mandato de cinco años al frente de Indonesia con el aviso de que los tiempos, del abuso y despilfarro han pasado y el compromiso ante Dios de hacer lo posible para sacar al país de la crisis económica que amenaza la estabilidad no sólo de Indonesia, sino de todo el sureste asiático. Por la noche, juró como vicepresidente su viejo amigo Jusuf Habibie, un tecnócrata inclinado a las inversiones de prestigio que se acomoda mal al rigor económico anunciado por Suharto.

El presidente fue crítico sobre su futura relación con el Fondo Monetario Internacional (FMI), cuyas exigencias de cambios estructurales Yakarta no termina de asumir. Suharto confirmó, a sus 76 años, su condición de decano de los líderes políticos asiáticos -ya con tres décadas como presidente, precedidas de dos años de hombre fuerte- sólo superado en el resto del mundo por los 39 años de Fidel Castro.El tiempo se le está acabando y, ayer, por primera vez en lo que han sido sus numerosos discursos de toma de Posesión, Suharto aludió a ello, lo que llamó la atención de los indonesios presentes en la Asamblea Consultiva Popular (MPR), que el día anterior le había reelegido por aclamación. "Cuando me llegue la hora del juicio final, tendré que responder ante Dios Todopoderoso de cómo he dirigido a esta nación", señaló en un pasaje de su intervención de 14 minutos. "El hecho de que haya aludido a Dios me hace pensar que es sincero en su propósito de mejorar la situación", comentó luego el director de un periódico que cree que Suharto debería haber dimitido hace tiempo.

Suharto reconoció que el país atraviesa momentos "extremadamente difíciles''. "Nunca más volverernos a gozar de un crecimiento económico como el que tuvimos durante más de los últimos 25 años", un crecimiento promedio del 8% en esta década que ha sacado al país de la más profunda miseria y le ha dotado de una estructura económica básica, ahora al borde de la desaparición por la crisis económica. "Tenemos que apretarnos el cinturón", advirtió. "Como nación, ya no podemos permitirnos llevar una vida extravagante". Una vida de lujo y extravangancia pueden llevar las mínimas élites de Yakarta, no el grueso de un país donde el salario mínimo está en 4.000 rupias al día (unas 60 pesetas al cambio actual). Los 30 años de Gobierno de Suharto sólo han permitido ascender a la categoría de clase media al 7,5% de una población de 200 millones de personas.

En la mejor tradición javanesa de decir sin decir, Suharto aludió a "la aparición de nuevos poderes en la escena internacional, especialmente en el área económica" ante los que Indonesia ejerce una política exterior libre e independiente "para impedir que los acontecimientos lleven a un mundo injusto e inseguro". Podría pensarse que el presidente se estaba refiriendo al FMI y a sus duras exigencias de reformar en profundidad el sistema económico y financiero de Indonesia, pero nadie lo pudo confirmar. Ni siquiera Ali Alatas, su veterano ministro de Exteriores. "No sabemos todavía lo que significa ni cómo se llevará a la práctica" dijo cuando se le pidió que explicase las palabras de Suharto de que lo manifestado en la MPR le ''motivará a revisar políticas y hechos".

Reto inmediato

El reto inmediato es conseguir que el FMI desembolse parte de los 43.000 millones de dólares (6,6 billones de pesetas) comprometidos en enero junto a otras instituciones financieras mundiales y varios Gobiernos a cambio de drásticas reformas económicas. Al contrario de lo ocurrido con Corea del Sur o Tailandia, Indonesia no ha dado señales de aceptar esa amarga medicina, lo que mantiene al país en una amenazante situación de suspense que puede degenerar en desastre mayúsculo.En la semana entrante, una delegación indonesia negociará en Washington con el FMI. Ayer llegaron señales de que el Fondo podría flexibilizar su postura y permitir la importación subsidiada de productos alimenticios básicos. Se trata de evitar a toda costa el estallido de una población que está cayendo en el paro por millones y ve cómo la inflación devora los magros ingresos de quienes aún tienen trabajo.

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