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Crítica:CINE
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Auto sacramental

El director inglés Peter Greenaway es uno de los pocos que pueden seguir haciendo el cine que les gusta sin ningún tipo de imposiciones comerciales; es, por tanto, uno de los últimos realizadores experimentales.Siempre interesado por el teatro en sus más variadas fórmulas, con El niño de Mâcon hace la más teatral de sus películas, una compleja experiencia, mezcla de elementos operísticos, teatrales, religiosos y eróticos, que resulta muy cercana a un auto sacramental, desarrollado en un teatro de variables dimensiones, con excelente música clásica y claras influencias pictóricas de Monsú Desiderio, Carpaccio, Poussin y Géricault.

Entre un prólogo y un epílogo, dividido en tres actos, con sus correspondientes entreactos, Greenaway utiliza la fascinación que le producen los números, en este caso el 13, a través de una compleja mezcla de realidad y ficción, tanto en la manera de narrar la historia como en un atractivo juego entre actores y espectadores, para desarrollar, en una excelente escenografia de Todd van Hulzen, una variante de auto sacramental donde mezcla con habilidad elementos tradicionales y modernos.

El niño de Mâcon

Director y guionista: Peter Greenaway. Fotografia: Sacha Vierny. Reino Unido, 1993. Intérpretes: Julia Ormond, Ralph Fiennes. Estreno en Madrid: Real Cinema (V. 0. S.).

Durante poco más de dos horas, sus múltiples personajes viven una sucesión de acciones teatrales, pero con el rigor del realismo cinematográfico, en una bien dosificada y eficaz mezcla, dentro del recargado decorado de un teatro del siglo XVII, mientras hablan y cantan hasta desarrollar una simple y recargada historia, que Greenaway rueda en largos planos de compleja estructura y llenos de personajes.

A pesar de la eficacia de su resultado, de la habilidad demostrada por Greenaway para realizar El niño de Mâcon, este tipo de producciones experimentales cada vez se encuentran más alejadas del tradicional cine dominante, el más vulgar y repetitivo cine norteamericano, y su asimilación resulta más compleja para el público corriente, que tiene el gusto completamente deformado.

Pese al apoyo crítico internacional -destaca en España el excelente libro de Jorge Gorostiza sobre Greenaway-, El niño de Mâcon tardó cinco años en estrenarse en Madrid, en un solo cine y con muy poco apoyo publicitario por lo que, desgraciadamente, tendrá una limitada carrera comercial.

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