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Boleros de la noche y la alegría

Seguramente usted -al menos aIgunos de ustedes- se ha emocionado escuchando Noche de ronda, Dos gardenias, Malagueña, Toda una vida, Aquellos ojos verdes, Bésame mucho, Madrecita, Adoro, Siboney, Solamente una vez, Piel canela, Espérame en el cielo..., pero inútilmente habrá buscado estos boleros en una antología de poesía española. Incluidas las que ha publicado quien esto firma.Y no será por falta de antologías: un mínimo de seis o siete por año. Pero, al parecer, a nadie se le ha ocurrido, o si se le ha ocurrido o lo ha puesto en práctica: incluir las letras de los boleros (y de otras canciones : de Lluis Llach, de Joaquín Sabina, de Ana Belén) dentro de la producción poética. Y, sin embargo, boleros (y canciones) habrá que resistirán los vientos del olvido mientras muchos insignes poemas serán en poco tiempo bastante menos que flores ajadas al borde del camino. A algún ilustre filólogo le he oído decir que estas canciones son tan indispensables para entender la poesía de nuestro tiempo como fueron las traducciones del italiano en el siglo XVI.

No es nostalgia, pues, la que dicta estas líneas, aunque es difícil olvidarse de esa noche de ronda en que el recuerdo lastima el corazón y la luna se quiebra en la tiniebla de la soledad con rumbo inquietante y peligroso. Como es difícil acordarse de Trini López pidiendo que le besen, que nos besen mucho; del Trío Calavera haciendo el trágico falsete de amor y desesperación de Malagueña; del cantor que desgrana el intensísimo azúcar del del deseo en la noche de ronda, o de Antonio Machín ofreciéndote permanentemente dos gardenias, no rosas, no claveles, sino gardenias que guarden el calor del beso. ¿Quién mejora la asociación?Dos gardenias que se morirán adivinan que su oferente ha sido ya sustituido por otro.

Invocaciones muchas veces de amor, de dolor, de tristeza, de noches oscuras, de recuerdos doloridos, pero también de candente alegría, de misterios gozosos, de frenesíes que consumen y no dan pena, porque quien amó conoce, más que nadie, lo que es la alegría, la alegría del sí redondo como un sol, seguramente la forma superior de la alegría. Poesía con ganga, con mucha ganga ("Madrecita del aIma querida ..."), pero también con mucho oro. Oro del tiempo aprehendido y cifrado. De los cuerpos crepitantes, de las bocas párvulas y sabias. Boca "párvula":¿quién discutirá genialidad de la imagen? (El texto es Piensa en mí).

Si esto no es poesía, que no venga Dios a decirnos que no lo es porque no va a convencernos por mucha divinidad que le eche al asunto. Poetas metafísicos transitan hoy arduos caminos espinosos para mirar la zarza ardiendo donde respira Yahvé y después te ofrecen versos estreñidos con ecos de la presencia de su dios. Un dios que no sabemos si tiene minúscula o mayúscula, si es el de las monjas carmelitas o el de los erectos seguidores de Moisés. Al bolero le basta pedir que lo beses, que nos besen mucho, para que el mejor dios, el que nunca miente, el de los cuerpos fundidos y gloriosos, se haga presente de una vez por todas, convertido en monarca del tiempo,en mariposa de oro brotada de la piedra filosofal.

Cabrá objetar que estas letras sin su música pierden mucho; es verdad, pero es que hoy la objeción dista de serlo: están los discos compactos que se adosan al libro -se hace ya en algunos volúmenes de verso con las voces de los poemas - y el problema ha dejado de existir . No hace falta más que un poco de imaginación y un mínimo de audacia.Y, así , tendremos verdaderas antologías de la poesía de nuestro tiempo. Si algunos poemas musican, ¿por qué no ofrecer también los que llevan la música dentro de su alma?

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