A la caza del pirata

En estos días es frecuente ver por la calle, en paradas de autobús o pegados a los postes, anuncios que ofrecen grabar discos compactos y CD-ROM a bajo precio. Son pequeñas empresas a las que uno puede llevar su disco favorito y, por unas 900 a 1.000 pesetas, obtener una copia. La segunda, tercera, cuarta o vigésima saldrá más barata. En uno de estos lugares explican que ellos se limitan a hacer "copias de seguridad" para el cliente. "Nosotros nos limitamos a hacer las copias que quieran, el uso que ellos le den, no es asunto nuestro", dice uno de estos copiadores. En principio, es legal que el comprador de un disco haga copias para su uso personal, pero no para su comercialización. Si bien estas empresas no infringen la ley es, muchas veces, una forma encubierta de piratería.La piratería de vinilo a casete tenía el inconveniente de que en cada grabación se iba perdiendo calidad de sonido. La calidad del disco compacto o la música online sigue siendo óptima en todas las grabaciones. Juan Palomino, director de Derechos Mecánicos de la SGAE, es consciente de la proliferación de estas empresas de copiado. "Lo que hacen es una actividad no autorizada por nosotros, porque no se pagan derechos autorales ni de producción", explica. "De esta forma, sacan un rendimiento comercial sin los permisos necesarios. En cualquier momento nosotros podemos intervenir en esas empresas. Pero también pueden pedir una autorización, y eso podría ser posible".

Otro de los asuntos que preocupan a la SGAE es la piratería informática. "Las sociedades autorales están muy preocupadas con ello, y en los últimos años se han hecho muchos avances para poder coincidir todas en un único código de encriptación, que sirva para rastrear cualquier canción en la red e impedir su reproducción ilegal", dice Palomino.