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Curso intensivo contra las drogas

EE UU especializa a soldados mexicanos para combatir el tráfico de estupefacientes

Por primera vez en su historia, el Ejército de EE UU está entrenando a soldados mexicanos en suelo estadounidense. Este esfuerzo conjunto ha desembocado en la creación de una unidad de élite que, según funcionarios de EE UU, se ha convertido en la fuerza de choque contra el tráfico internacional de drogas en territorio mexicano.El programa, que empezó hace 18 meses, incluye el entrenamiento cada año de 1.067 militares mexicanos en más de una docena de bases en Estados Unidos, según fuentes del Ejército estadounidense. Además, la CIA, el servicio secreto estadounidense, está dando cursos intensivos a un grupo de 90 militares mexicanos, que forman parte de esta nueva fuerza antinarcóticos.

Como resultado del programa, los mexicanos se han convertido en el mayor grupo de soldados extranjeros que jamás haya recibido entrenamiento por parte del Ejército estadounidense. El hecho de que ahora ambos Ejércitos estén estrechando lazos y aunando esfuerzos en la lucha contra la droga es un claro signo de la redefinición de sus misiones tras el fin de la guerra fría. Básicamente, esto implica dejar a un lado la lucha contra las guerrillas izquierdistas.

A pesar de que el entrenamiento y el equipamiento de las unidades mexicanas por parte de EE UU no es un secreto para nadie, se ha mantenido una extrema cautela sobre este programa a ambos lados de la frontera, debido a los temores del Gobierno mexicano de sufrir un revés político. Esta precaución se debe a que la ley mexicana prohibe el entrenamiento de unidades militares fuera del país. Así que el Gobierno de México selecciona a soldados de diferentes unidades para mandarlos en grupo a EE UU.

El programa ha sido criticado por el Congreso de EE UU y por grupos defensores de los derechos humanos, tanto en México como en EE UU. El argumento es que por una parte se asegura que la implicación del Ejército mexicano en la lucha antidroga es temporal, pero por otra, el flujo de fondos a los militares les dará la primacía en este campo, en detrimento de los recién creados grupos antidroga, integrados por civiles, y a los que se les puede exigir responsabilidades más fácilmente.

Las fuentes consultadas aseguran que México se embarcó en el programa tras lograr el compromiso por parte de EE UU de no evaluar formalmente los resultados prácticos de los grupos que reciban entrenamiento en suelo estadounidense. El resultado es que la Casa Blanca tiene un control muy escaso sobre cómo está usando la ayuda un Ejército, el mexicano, con un largo historial de corrupción, en muchos casos relacionado con el tráfico de drogas y la violación de los derechos humanos.

El programa supone un aumento de la ayuda estadounidense a México en la lucha contra la droga que ha pasado de 10 millones de dólares en 1995 (1.520 millones de pesetas) a 78 millones el año pasado (cerca de 12.000 millones de pesetas.), según el Departamento de Estado. Cerca del 60% de la cocaína que se adquiere en las calles de EE UU ha sido enviada a través de México y sus 3.200 kilómetros de frontera común.

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Funcionarios de ambos países afirman que el Ejército mexicano se encargará de la mayor parte de la lucha antidrogas durante un breve tiempo. Sólo hasta que la policía y las autoridades civiles tengan los medios suficientes para luchar contra los poderosos carteles de la droga. Según un alto cargo del Departamento de Defensa relacionado con el caso, fue absolutamente necesario que el Ejército se hiciese cargo de lalucha antidroga, ya que se corría el riesgo de "completa criminalización del Estado".

Los agentes del denominado, Grupo 7º de las Fuerzas Especiales se encargan de la parte más especializada del entrenamiento de los mexicanos. Durante el último año y medio, un total de 252 militares mexicanos, divididos en grupos de 42 hombres cada uno, han participado en el curso, que consta de 12 semanas.

En lo que queda del año está previsto que otros 156 oficiales mexicanos asistan a los entrenamientos. Su plan de trabajo incluye tácticas de asalto con helicóptero, explosivos, combate urbano y rural, así como técnicas de espionaje y planificación de operaciones secretas.

Cuando estos militares acaban su entrenamiento en la base militar de FortBragg (Carolina del Norte) -una de las 17 disponibles-, se convierten en la espina dorsal y pilar fundamental de las nuevas unidades de élite mexicanas.

Cuando han acabado su formación, estos soldados regresan a su país para entrenar grupos de reacción rápida en México. El año pasado, según un funcionario del Pentágono, el número de unidades, compuestas por cien hombres, desplegadas por el Ejército mexicano, pasó de 12 a 42.

Además de preparación a soldados, EE UU ha provisto a México de 73 helicópteros Huey UH-lH y de cuatro aviones de vigilancia C-26.

Los helicópteros son parte de un paquete de asistencia internacional, sometido a un severo control, del Congreso de EE UU y que tan sólo puede usarse para actividades de lucha antinarco. Sin embargo, los fondos para el entrenamiento de estas fuerzas especiales -28 millones de dólares en 1997 (más de 4.000 millones de pesetas)- dan al Departamento de Defensa un amplio margen para gastar el dinero como considere oportuno, sin ningún tipo de control del Congreso.

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