El nuevo presidente de Corea promete superar la crisis con democracia y economía de mercado
Dos horas de grandiosas festividades marcaron ayer en Seúl la investidura del nuevo presidente de Corea del Sur, Kim Daejung, elegido el pasado 18 de diciembre, e hicieron olvidar a los ciudadanos, al menos por unos momentos, que están viviendo la peor crisis económica desde le el final de la guerra. En su discurso de toma de posesión, Kim, un antiguo populista de 74 años, maniféstó su clara intención de conjugar la democracia con la economía de mercado y su deseo de acabar con la corrupción y superar las relaciones con Corea del Norte heredadas de la guerra fría.
Suena la campana majestuosa de Poshin-gak en la medianoche, la llama de la esperanza resplandence sobre la montaña de Namsan, 21 disparos de artillería ensordecen la puesta en libertad de miles de palomas y los sonoros golpes de los gongs marcan el gesto simbólico del nuevo presidente de entremezclar la tierra de las dos Coreas divididas desde el año 1945. Todos son gestos tradicionales de un protocolo que se adivina muy solemne. Pero, por primera vez, las ceremonias de toma de posesión de un presidente, que reunieron a más de 50.000 personas, transformaron a fiesta en un acontecimiento jovial, lleno de canciones, desfiles,bailes y juegos populares. Dejano a un lado las habituales medidas de seguridad, Kim Dae-jung se mezcló en la fiesta estrechando la mano de todo el que se la frecía bajo un grito continuado de "¡Hurra!".En su camino hasta la Casa Azul, la mansión presidencial, Kim Dae-jung formó parte de la cabecera de una gigantesca gala llena de bailarines vestidos con los trajes populares coreanos, tamborileros y carrozas portando las banderas de las diferentes provincias.
Nueva era
Pero es la significación política de la investidura lo que ha hecho de esta celebración un acontecimiento de talla: marca la entrada de Corea del Sur en una nueva era. Tras las promesas y juramentos al uso, Kim Dae-jung no tardó en expresar las prioridades de la política de su gobierno del pueblo, un pesado breviario de reformas liberales. En primer lugar, un credo que pone en cuestión los famosos valores asiáticos, en nombre de los cuales fueron defendidos muchos regímenes autoritarios."Creo profundamente que se puede remontar la crisis económica actual, practicando de forma paralela la democracia y la economía de mercado", afirmó contundente el primer líder de la oposición que alcanza la jefatura del Estado en Corea del Sur. Pero también precisó que atribuye la crisis que vive su país a la corrupción, a los, bancos controlados por el Gobierno y a los grandes grupos que se tragan innumerables filiales no competitivas por sus deudas.
Entre las reformas anunciadas por el recién nombrado presidente figuran una mayor transparencia en la dirección de las empresas, acabar con las garantías cruzadas entre los grupos y sus filiales, y sobre todo, que un país que ha considerado siempre a los extranjeros como colonizadores, abra los mercados coreanos al exterior. "La entrada de capitales extranjeros es la mejor forma de pagar nuestras deudas, reforzar nuestra competitividad y mejorar la transparencia de nuestra economía", afirmó Kim Dae-jung.
"Estuve siempre en contra de la intimidad entre la política y los negocios", afirmó en una entrevista a la revista estadounidense Newsweek. Quizá por eso, él mismo se ha comprometido a que el Gobierno no intervenga más en la economía, insinuando que tan sólo las sociedades rentables sobrevivirán. Un credo que su consejero económico, You Jong-keun, resumía la víspera de su investidura así: "No habrá más discriminación hacia los productos, las empresas y el capital extranjero. El marcado será el único juez de todas las decisiones de negocios y traerá la reestructuración de la industria coreana".
Sobre la espinosa y delicada cuestión de Corea del Norte, el nuevo presidente de Corea del Sur propuso el intercambio de enviados especiales y una cumbre con Pyongyang con el fin último de aplicar el acuerdo firmado en 1991 enfocado a pro mover la reconciliación, los intercambios y la no agresión entre ambas Coreas.
"Debe ponerse fin a todas aquellas relaciones entre ambos países que estén inspiradas en la guerra fría", dijo. Pyongyang, que todavía no se ha pronunciado sobre la elección de Kim Dae-jung, pidió a principios de la semana que sus peticiones de diálogo entre los partidos políticos y las organizaciones de las dos coreas sean aceptadas. Pero las dificultades del nuevo presidente no han hecho nada más que empezar. Con la investidura todavia reciente, el antiguo partido dominante, el Gran Partido Nacional, mayoritario en la Asamblea legislativa y que se opuso al nombramiento de su aliado Kim Jong-pil para el puesto de primer ministro, boicoteó la sesión parlamentaria impidiendo su apertura. Sin olvidar que el Gobierno tiene una necesidad imperiosa de estabilizar el won, la moneda coreana, frente al dólar para atraer las tan deseadas inversiones extranjeras, pero que no dispone de las suficientes reservas para ello. Éstas se calculan hoy día en algo menos de 15.000 millones de dólares.
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