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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Policía política

EL CONSEJO de Administración de RTVE rechazó el jueves por unanimidad un informe del Instituto Oficial de RTVE, firmado por su subdirector general, Alfredo Villanueva (que ayer afirmó, sin embargo, que no era suyo), en el que se valoraban los programas informativos de la radio y la televisión estatales según criterios de vigilancia ideológica y de sumisión al Gobierno. La unanimidad concitada por el informe es lógica, pues no parece surgido de un centro de estudios sobre medios de comunicación de un país democrático, sino de un tenebroso gabinete de policía política de una dictadura.Del periodista Carlos Herrera, conductor de Buenos días, se dice que se muestra "especialmente duro con el Gobierno" y que practica una "manipulación descarada a favor de una interpretación socialista de la realidad"; de Alfredo Urdacci, director de España a las ocho, que es "claramente favorable a la oposición del Gobierno"; de ambos programas a la vez, se asegura que "forman una pinza que impregna toda la interpretación de la actualidad ( ... ) de propaganda, unas veces sutil y otras abierta, socialista". Los buenos, en cambio, son Guillermo Orduna, responsable de Diario de la tarde; Manuel Antonio Rico, del informativo nocturno, y Ernesto Sáenz de Buruaga, el director de los informativos de TVE, cuyos programas merecen los calificativos de "plurales" y "objetivos". La zafia conclusión del denunciante y delator es que "RNE necesita una urgente reestructuración", eufemismo que no necesita comentarios.

El rechazo del informe no empaña la gravedad de los hechos, que obligan a los directivos de RTVE y al propio Consejo de Administración a la destitución del voluntarioso policía ideológico y a la revisión de las tareas que realiza el IORTVE. El informe fue encargado por el Consejo de Administración, para saber si los informativos respondían a los principios de objetividad del Estatuto de RTVE. La respuesta del Instituto ha sido una exhibición de graves desviaciones de funcionamiento y de concepción. Los medios de comunicación públicos aparecen como instrumentos orgánicos al servicio del Gobierno y el Instituto como un gabinete de vigilancia de la ortodoxia política e ideológica. Un disparate indigno de una democracia parlamentaria.

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