La CIA naufragó en Bahía de Cochinos
Un documento secreto de la agencia reconoce que el fracaso se debió a su arrogancia y desconocimiento
La CIA fue el único culpable del desastre de Bahía de Cochinos, la humillación más grande sufrida por EE UU frente a la Cuba castrista. Ésta es la conclusión de uno de los documentos secretos mejor guardados de la guerra fría, el Informe del inspector general de la CIA sobre la operación cubana, que ha dormido durante más de siete lustros en la caja fuerte del director del servicio de espionaje y acaba de ser puesto a conocimiento público.
La CIA, según este informe, de 150 páginas, cometió los errores de "ignorancia, incompetencia y arrogancia" en el intento de invasión de Cuba de abril de 1961, que apadrinó desde el comienzo hasta el final. La cosa estuvo tan mal organizada que los 1.511 exiliados cubanos que la agencia entrenó, armó y envió a las costas cubanas no tuvieron la menor oportunidad de combatir en igualdad de condiciones con las tropas enviadas por Castro para repeler la invasión. Tras tres días de combates desiguales, los castristas mataron a unos 200 exiliados y capturaron a 1.197. Los últimos terminaron siendo devueltos a EE UU.
Durante mucho tiempo, los halcones del Pentágono y la CIA han atribuido el fracaso de Bahía de Cochinos a la indecisión del presidente John F. Kennedy y, en concreto, a su orden de no apoyar la invasión con aviones de guerra norteamericanos. Una de las muchas versiones conspirativas del asesinato de Kennedy afirma que fue víctima de un compló de exiliados cubanos y directivos de la CIA que querían vengarse.
Pues no. El documento de análisis que la CIA elaboró tras el fracaso, y que ha sido uno de los mayores secretos hasta el sábado, reconoce que el responsable fue el propio servicio de espionaje. Como muchos otros papeles secretos relativos a Cuba, el informe ha sido desclasificado a petición de los Archivos de Seguridad Nacional, una ONG de Washington que ha esgrimido la Ley de Libertad de Información.
"La elección", dice el documento, "estaba entre una retirada deshonrosa y una apuesta por una acción que ofrecía las alternativas de una- derrota ignominiosa y una victoria dudosa. La agencia escogió la apuesta". Cuando comenzaron a filtrarse a la prensa noticias de que la CIA estaba preparando una invasión de exiliados, sus portavoces ofrecieron "patéticos desmentidos".
La CIA estaba obsesionada por derrocar a Castro, que consideraba el primer eslabón en una cadena. soviética ara hacerse con el continente americano. El informe critica casi todos los aspectos del tratamiento que la agencia dio a la invasión. Ofreció inforrnación falsa, errónea o. incompleta al Gobierno de Kennedy; planificó mal la operación; no tuvo el menor control sobre un presupuesto extravagantemente elevado, y utilizó datos y análisis equivocados para promover "una acción claramente militar" que estaba "más allá de su responsabilidad y su capacidad".
La CIA no podía ni imaginar que su plan, ideado en abril de 1960, podía fracasar. Estaba inflada de orgullo por el éxito de dos operaciones de desestabilización: el derrocamiento del presidente de Irán en 1953 y del líder de Guatemala en 1954. Entre las muestras de arrogancia del servicio de espionaje el informe señala que muy pocos de los agentes de la CIA que entrenaron al grupo invasor de exiliados cubanos -el Consejo Revolucionario- en campamentos de Miami, Key West, Nueva Orleans, Nicaragua y Guatemala hablaban español. Y también reconoce: "La Agencia trató a los exiliados como basura y redujo a sus líderes a marionetas".
El informe, elaborado tras seis meses de trabajo por el entonces inspector general de la CIA, Lyman Kirkpatrick, descarga a Kennedy de toda responsabilidad en el desastre. La agencia, dice, "no llegó a avisar al presidente en el momento oportuno de que el éxito de la operación era dudoso y no le recomendó que lo mejor era cancelarla". Al contrario, Kennedy fue informado de que la invasión levantaría en armas a unos 30.000 cubanos.
Del documento se hicieron 20 copias, pero su contenido era tan crítico con la CIA que todas, menos una, guardada en la caja fuerte personal del director de la Agencia, fueron destruidas. En una nota interna del 15 de diciembre de 1961, el entonces director adjunto de la CIA, C. P. Cabell, advirtió: "Si este informe cae en manos no amigas, podría convertirse en un arma para atacar injustamente el sentido, la organización y el funcionamiento de la Agencia".
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