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El municipio destinará 500 millones a enterrar líneas de alta tensión

Antonio Jiménez Barca

El Ayuntamiento ha consignado en su presupuesto de este año 500 millones de pesetas para enterrar o desviar líneas eléctricas de alta tensión cercanas a viviendas y colegios que suponen un posible riesgo para la salud. El concejal de Urbanismo, Ignacio del Río, del PP, explicó que el asunto es difícil, ya que es preciso alcanzar antes un acuerdo con las compañías eléctricas, dueñas de las instalaciones. Sin embargo, aseguró que los trabajos empezarán "inmediatamente" en Aravaca.

La fiscalía ha dado ocho años de plazo a las instituciones para eliminar el problema. Informes en su poder afirman que la proximidad entre algunos tramos de estas líneas y las viviendas quebrantan "Ias distancias sanitarias mínimas exigibles", y esto puede afectar a la salud de los moradores. El fiscal ha investigado cinco líneas, las que cruzan Vallecas, Usera, Aravaca, Herrera Oria y Latina. Las más peligrosas, a juicio del fiscal, son las dos primeras. Para éstas reduce el plazo de eliminación, exigible a la Comunidad y al Ayuntamiento, a cuatro años.Del Río advirtió ayer que, para empezar a enterrar líneas eléctricas de alta tensión, "primero es necesario solicitar informes técnicos a los dueños y responsables de las torretas, que son las compañías eléctricas".

Para Nicasia de la Cruz, concejal de IU, la culpa es del Ayuntamiento: "El equipo de gobierno del PP está atentando contra la salud pública de los ciudadanos desde hace mucho tiempo", aseguró ayer. De la Cruz anunció que su grupo político piensa pedir "responsabilidades" al Consistorio por el asunto.

La Dirección General de Industria de la Comunidad destinará este año 145 millones para subvencionar a los ayuntamientos el enterramiento de líneas de alta tensión.

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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