Nuevos pasos hacia las vacunas cosechadas en plantas transgénicas
'Hace unos años esto parecía ciencia-ficción. Nos costó mucho conseguir dinero. Pero ahora hay resultados que nos avalan", dice la investigadora Consuelo Carrillo. Se refiere a a idea de utilizar plantas como biofáctorías para producir vacunas, plantas que puedan ser cultivadas y cosechadas y cuya única diferencia con cualquier otra hortaliza es que entre sus genes llevan uno que originalmente no les pertenecía: un gen que genera protección contra una determinada enfermedad. El equipo hispano-argentino del que forma parte Carrillo ha dado un paso hacia la obtención de este tipo de vacunas cosechables, demostrando que es efectivamente posible inmunizar a animales frente a una infección vírica cuando se les inyecta el extracto de una planta transgénica que expresa la proteína adecuada.
Las vacunas modernas introducen en el organismo una parte del agente infeccioso, que no desencadena una infección real pero consigue que el sistema inmune aprenda a defenderse. Esta parte del agente infeccioso, el antígeno, es el que deben expresar las plantas transgénicas que funcionan como vacunas.
El objetivo ideal es que en un futuro puedan ser administradas por vía oral. Serían vacunas cosechables y comestibles, con muchas ventajas: serían baratas y fáciles de producir masivamente, no necesitarían condiciones especiales de conservación y, si son para animales, se podrían administrar junto al resto del pienso, simplificando las campañas de vacunación. Pero eso aún está lejos.
De momento se considera ya un avance importante demostrar que inyectando el extracto de estasplantas transgénicas se consigue proteger frente a una determinada infección. El equipo integrado por los grupos de José Angel Escribano (Centro de Investigación en Sanidad Animal, CISA), Manuel Borca (Instituto de Virología INTA-Castelar, en Buenos Aires), Julio Salinas (Instituto de Investigaciones Agrarias, INIA) y Francisco Parra y Ricardo Ordás (Universidad de Oviedo) ha conseguido inmunizar a ratones contra el virus de la fiebre aftosa inyectándoles el- extracto de una planta a la que previamente habían insertado uno de los genes de este virus.
El trabajo se publica este mes en la revista Journal of Virology. Este resultado no significa que se haya obtenido ya una vacuna comercializable, y, si lo fuera, no sería la primera vacuna derivada de plantas. El año pasado una empresa española, Ingenasa, junto con grupos daneses, holandeses y estadounidenses, presentó una vacuna contra una enfermedad del visón que emplea como biofactoría la planta del garbanzo silvestre.
En el caso de la vacuna para el visón se infecta la planta con un virus modificado genéticamente. En la técnica del equipo hispano -argentino es la propia planta la que incluye entre sus genes el antígeno sin necesidad de que la infecte un virus. Es una estrategia más jóven que la anterior y menos desarrollada. Si infectando la planta con un virus transgénico se consigue que aproximadamente un 20% del peso de la planta sea la vacuna, los índices de eficacia de esta otra técnica son unas cien veces más bajos, según Escribano. Aun así, esta última técnica podría presentar otras ventajas: "Ofrece menos riesgo de que se disemine material genético, no haría falta cultivar estas plantes en lugares cerrados, ni una cualificación especial para. atenderlas", explica Borca.
En este caso, el gen que debía expresar la planta, la proteína del virus de la fiebre aftosa que genera inmunidad, ya se conocía.
La planta usada por el equipo hispano-argentino ha sido la Arabidopsis, la más común en los laboratorios. Pero se trabaja ya en patata y en alfalfa -de uso más comercial- y también en otros virus: el de la gastroenteritis porcina transmisible -un coronavirus- y el de la enfermedad vírica hemorrágica del conejo. El grupo argentino prueba- ya la inmunización vía oral con alfalfa que expresa el antígeno de la fiebre aftosa, "y los resultados preliminares son que conseguimos proteger alrededor del 60% de los animales por vía oral, frente al 90% cuando inyectamos el extracto", dice Borca. Ahora, uno de los retos es lograr que la planta exprese más cantidad de antígeno. Los investigadores creen que antes de cinco años no se obtendrá una vacuna eficaz como para comercializarla, y este plazo es para la inyectada. Según Escribano, "la oral llevará más tiempo".
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