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Tres informes y una comida están al caer

Soledad Gallego-Díaz

El próximo mes de marzo ocurrirán cuatro cosas importantes:1) El Instituto Monetario Europeo emitirá su último informe sobre los preparativos del euro y sobre el grado de cumplimiento de los criterios de convergencia por parte de los 15 países miembros de la Unión Europea.

2) La Comisión Europea emitirá su informe sobre los preparativos del euro y sobre el grado de cumplimiento de los criterios de convergencia por parte de, los 15 miembros de la Unión.

3) El Bundesbank emitirá su informe sobre los preparativos del euro y sobre el grado de cumplimiento de los criterios de convergencia por parte de las economías de los 15 países de la Unión.

4) El presidente del Bundesbank, Hans Tietmeyer, asistirá a una reunión del Consejo de Ministros alemán, a invitación de Helmut Kohl, con quien almorzará, para discutir sobre el grado de cumplimiento de los criterios de convergencia... por parte de la economía italiana.

A estas alturas, no parece que exista otro motivo de discusión en torno a la moneda única que la pertenencia o no, desde el primer momento, de Italia. Por lo menos, en determinados sectores de Alemania, donde se pone en duda, una y otra vez, que Roma sea capaz de controlar la inflación y el déficit público, una vez dentro del euro.

Basta leer los periódicos para darse cuenta de que en las últimas semanas los políticos italianos pasan casi más tiempo en Francfort, Bonn o Munich que en su propio país. Roma no espera un susto en los informes 1 y 2. La mayoría de los analistas cree que los dos informes "oficiales" dejarán la puerta abierta para que la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno, prevista para el 2 de mayo, dé el visto bueno a una unión monetaria amplia, de la que sean socios todos los países que lo deseen, Italia incluida.

La preocupación se centra mucho más en el informe del Bundesbank, que no estaba previsto, pero que ha sido solicitado formalmente la pasada semana por Helmut Kohl. En teoría, el canciller se arriesga a que el banco, una de las instituciones más veneradas por los ciudadanos alemanes, ponga en duda la capacidad de control de Italia y avive aún más el rechazo popular a una eventual moneda inestable. En la práctica, es posible que ocurra justamente lo contrario. A la hora de la verdad el informe del Bundesbank, por muy crítico y severo que parezca, no descalificará a Italia ni pondrá en peligro el nacimiento del euro el 1 de enero de 1999.

El juego consiste en presionar a Roma para que de todas las garantías posibles -y crea que Alemania está dispuesta a tirarle encima el Pacto de Estabilidad al menor descuido presupuestario. Pero dejar fuera a Italia el próximo mes de mayo sería algo muy distinto, entre otras cosas porque -como recordaba el sensato primer ministro luxemburgués, Jean Claude Junkers- hay muchos alemanes que necesitan que esté dentro: el 95% de los agricultores bávaros, que inunda Italia con su leche; el 100% de los fabricantes de automóviles, que teme como la peste la devaluación de la lira; y el conjunto de los exportadores, cuya balanza comercial con Italia refleja un superávit de casi 4.000 millones de marcos.

Eso son amores y no buenas razones, incluso para el Bundesbank, un banco que tiene que ir acostumbrándose a perder influencia e incluso empleados, en aras del todopoderoso Banco Central Europeo. A propósito, ¿existe ya un plan de "flexibilización" y pensiones anticipadas para las plantillas de los bancos centrales de los países "euro"? Es muy posible que, proporcionalmente, sobren ahora en, el Bundesbank y. en los otros bancos tantos altos empleados y analistas como picadores y barrenistas en la minería del carbón.

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