'Manos blancas' contra la sinrazón terrorista
Eran las 10.48 horas de otro 14 de febrero, el de 1996. Francisco Tomás y Valiente, de 63 años, se encontraba trabajando en su despacho de la Facultad de Derecho de la Universidad Autónoma de Madrid, de la que era catedrático de Historia del Derecho. De improviso, un individuo irrumpió en la habitación y le disparó tres tiros. Veinte testigos identificaron a Jon Bienzobas Arretxe, Karaka, de 27 años en la actualidad y uno de los etarras más buscados, como el hombre que presuntamente apretó el gatillo contra, en palabras de Pascual Sala, entonces presidente del Tribunal Supremo, "un gran jurista, un gran magistrado, un gran presidente del Tribunal Constitucional [entre 1986 y 1992] y, desde la noche de los tiempos [en alusión al franquismo], un luchador por la democracia". Hoy, en el segundo aniversario del crimen, el propio Tribunal Constitucional en pleno va a rendir un homenaje a Tomás y Valiente depositando, a las 13.00 horas, un ramo de flores sobre su tumba en el cementerio madrileño de El Pardo.Mientras Bienzobas -según todos los indicios-, un ex componente del comando Vizcaya que se había refugiado en Francia en 1990 y del que la policía sospechaba que se hallaba de regreso en España para integrarse en algún otro grupo armado, huía escondiendo el rostro en su anorak por los pasillos del centro universitario, en cuyas paredes figuraban pasquines con su retrato de terrorista peligroso, los profesores de los despachos contiguos corrieron hasta el de Tomás y Valiente alarmados por las detonaciones. El ex presidente del Tribunal Constitucional agonizaba. Entre varios lo cogieron en brazos con la intención de bajarle hasta el garaje para llevarle en un coche al hospital más cercano. Pero su empeño fue en vano. "Se nos murió en el ascensor", comentó, con lágrimas en los ojos, uno de ellos. ETA, había vuelto a golpear con saña.
La banda terrorista no sólo había provocado, sin embargo, una nueva razón para repudiar su sinrazón. Surgió un nuevo símbolo en la lucha contra el terrorismo: las manos blancas que desde entonces han gritado en la calle "¡basta ya!" cada vez que ETA ha matado. Los alumnos de Tomás y Valiente -don Felipe de Borbón, el príncipe de Asturias, había sido uno de ellos- reacionaron con una idea que, en efecto, ha sido seguida por miles y miles de españoles cada vez que ETA ha vuelto agolpear. Así pasó, por citar sólo sus últimas víctimas, cuando fueron asesinados los concejales populares Miguel Ángel Blanco, José Luis Caso, José Ignacio Iruretagoyena y Alberto Jiménez-Becerril, así como Ascensión, la esposa de éste. Seis mil estudiantes de su facultad se reunieron en el campus universitario en la mañana del sepelio de Tomás y Valiente y se pintaron de blanco las palmas de sus manos o se enfundaron guantes de ese color para alzarlas, desarmadas, como respuesta a una violencia que, como rubricó el decano de Derecho, Manuel Aragón, "no pasará".
"Este atentado ha sido contra una persona que no tenía miedo, como demostraba en todas las oportunidades que se le presentaban. Contra una persona que defendía la convivencia y la tolerancia en un Estado social y democrático de derecho. Contra un catedrático que trabajaba para transmitirnos un orden constitucional que condena acciones como ésta. Contra un profesor firme y recto en sus conviciones, como firme y recta tiene que ser la postura contra ésos que no respetan la vida. Hoy y siempre decimos 'no' a la violencia. Como él mismo dijo, 'cada vez que matan a un hombre en la calle nos matan un poco a cada uno de nosotros", leyó un joven y sus compañeros rompieron la emoción con un aplauso infinito.
Tan infinito como para cruzar cualquier frontera a través del informático cordón umbilical de Internet. El asesinato de Tomás y Valiente dio lugar a las primeras páginas web contra el terrorismo etarra. En principio, estudiantes de la Universidad de Valencia boicotearon las de Herri Batasuna en ese medio cubriéndolas de otro símbolo pacifista, el de los lazos azules. Después, abriendo los de la Facultad de Derecho de Madrid su propia página: Manos blancas. Una llamada a la solidaridad consultada por decenas de miles de personas -se han recibido mensajes de Estados Unidos, Taiwán, Israel, Singapur, Corea, Nicaragua, los Emiratos Árabes Unidos, Croacia...- en estos dos años transcurridos.
Valenciano ejerciente, Tomás y Valiente impartió su Historia del Derecho en La Laguna (Tenerife), Salamanca y Madrid. En 1980 inició sus 12 años de permanencia en el Tribunal Constitucional, los seis últimos como presidente. Poco antes de ser asesinado, había sido nombrado miembro del Consejo de Estado en sustitución del fallecido capitán general Manuel Gutiérrez Mellado. Y toda su cartera estuvo marcada por la defensa de la democracia, de las libertades. Consciente de que era uno de sus objetivos, declaró en su última entrevista, publicada en el suplemento dominical de EL PAÍS el 14 de enero, justamente un mes antes de su muerte: "El precio de todos los errores se lo cobra ETA en vidas humanas, la única moneda que conoce". Hoy, dos años después, el recuerdo de Francisco Tomás y Valiente pervive.
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