El Consejo de Europa ve intolerable la situación de las familias de Cañada Real
El Consejo de Europa (organismo internacional que vela por el respeto a los derechos humanos) considera "intolerables e inconcebibles" las condiciones de vida en el poblado chabolista de Cañada Real, donde viven desde hace cuatro años varias decenas de familias gitanas. Éste es el crudo diagnóstico de Europa a un problema que, tras numerosas promesas del gobierno municipal del PP, sigue sin resolverse.
El Ayuntamiento de Madrid expulsó en mayo de 1994 a 22 familias del Camino de los Toros (San Blas) y las realojó en casetas de madera situadas junto a la incineradora y el vertedero de Valdemingómez (Vallecas Villa), el mayor basurero de la Comunidad de Madrid.
Las repetidas denuncias de la asociación Presencia Gitana por las dramáticas condiciones de vida de estas familias alcanzaron el Consejo de Europa, cuyos representantes visitaron el poblado en abril de 1997 y abrieron una investigación.
Dominique Rosenberg, profesor de derecho público de la Universidad François abelais de Tours (Francia), redactor del informe, da la razón a Presencia Gitana y concluye: "La situación manifiestamente degradada de la población situada en Valdemingómez impone una solución urgente". Y continúa en su informe: "Las condiciones de vida se degradan día a día en Valdemingómez, lo, que podría ocasionar en cualquier momento un accidente grave cuyas consecuencias políticas serían incalculables. La situación sería intolerable para un país moderno y desarrollado como es España". El profesor Rosenberg escribía en julio de 1997 que sería "inconcebible" que las familias de Cañada Real pasaran un cuarto invierno en ese estado de abandono. Pues bien, el cuarto invierno ya está aquí, y las familias siguen allí.
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Realojo digno
El Consejo de Europa denuncia que en Cañada Real se vulneran derechos fundamentales
Tras su análisis de la situación sanitaria y educativa de las familias residentes en las casetas de madera situadas junto al vertedero, Rosenberg señala: "Parece incontestable que en el caso de Cañada Real se vulneran derechos fundamentales de la persona, como son el derecho a la libre residencia [a las familias chabolistas se les impuso el realojo en ese lugar], el desecho al desarrollo de la familia, a la educación, a la salud, al medio ambiente y al alojamiento".Rosenberg recuerda en su informe que los dirigentes municipales -concretamente, el entonces concejal de Urbanismo, José Ignacio Echeverría- le explicaron que habían propuesto en noviembre de 1994 un realojo digno en viviendas situadas junto a la carretera de Extremadura a los chabolistas de Cañada Real, pero éstos se negaron. Echeverría aportó como prueba de este hecho un acuerdo escrito con los chabolistas. Rosenberg interpreta así estos hechos: "No estoy convencido de que eso quiera decir que las familias hayan aceptado seguir con sus condiciones de vida en Valdemingómez". "Después de una expulsión traumática [del camino de los Toros, su anterior barrio]", teoriza el experto europeo, "no deseaban renovar la experiencia [con un nuevo traslado], y pueden pensar que lo peor está siempre por venir. El acuerdo de noviembre tiene su lógica y no puede ser interpretado como válido".
Todos estos factores, unidos, conducen a Rosenberg a solicitar la adopción de medidas urgentes para realojar a las familias de Cañada Real. "Su situación material y moral lo exige, ya que viola manifiestamente los derechos reconocidos a todos los ciudadanos españoles". El experto propone en sus conclusiones finales dos medidas:
- Que el Ayuntamiento fije un calendario concreto para el realojo y el método de financiación para llevarlo a cabo. Rosenberg recuerda que, en sus conversaciones con los dirigentes de la Administración central, éstos le aseguraron que estaban dispuestos a costear una parte de la operación si el Ayuntamiento de Madrid se lo pedía. También sugiere Rosenberg a los dirigentes municipales que pidan subvención al fondo de desarrollo social del Consejo de Europa.
- Si el Ayuntamiento no se decide por la primera opción, el experto europeo aconseja crear una comisión de mediación, que estaría presidida por "una personalidad independiente y reconocida por su imparcialidad y competencia, nombrada por el Gobierno español", para resolver el problema.
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