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Reportaje:

Las unidades antitabaco hospitalarias tienen listas de espera de hasta dos años

Un 60% de los fumadores sometidos a un programa logra dejar el hábito

No todo fumador que pide ayuda para dejar el cigarro puede lograrlo. Las escasas unidades de deshabituación de tabaco que hay en los hospitales de la red pública sanitaria soportan listas de espera de hasta dos años. "Aquí la gente viene muy desesperada y las listas de espera son enormes", relata Dolores Marín, jefa de la unidad más veterana de tabaquismo: la del hospital Clínico, de Barcelona, con 18 años de historia.

"Vino hace poco un chico con la mirada perdida. Era hijo único. Su padre, gran fumador; igual que él. Y su madre, que no lo era, había muerto de cáncer de pulmón. El se preguntaba si había contribuido a la muerte de su madre", cuenta Dolores Marín.

En España, la oferta sanitaria para los fumadores que quieren engrosar la lista de los ex adictos se compone —además de las 14 unidades antitabaco repartidas en cuatro comunidades autónomas (Madrid, Cataluña, Andalucía y La Rioja)— de programas integrados en los servicios de atención primaria. Así, de la misma forma que un paciente acude a su médico de cabecera para que le trate una gripe le pide ayuda en su camino para dejar de fumar. Pero este sistema también tiene puntos débiles: la poca motivación de algunos médicos para atender a este tipo de pacientes. Bien porque ellos son fumadores empedernidos o porque atienden a otros muchos enfermos de distintas dolencias —a las que consideran más importantes que el fumar— en muy poco tiempo.

Seis meses de tratamiento

Y es que el tabaquismo "no se considera una patología", lamentan los especialistas, y por tanto "su respuesta terapéutica no está sistematizada", añade Marín. Y para que esto ocurra tendrá que cambiar la cultura, arguyen los especialistas.

También algunas empresas ayudan a sus empleados a dejar el tabaco, a través de su médico. Y los farmacéuticos han anunciado la creación de programas de prevención y tratamiento en las farmacias. Incluso el teléfono administra terapias antitabaco (Tabac Info Línea 902 11 38 30) para los que disponen de poco tiempo.

El tratamiento —que dura seis meses y puede ser individual o en grupo— es similar a todos los programas. Aproximadamente un 60% de fumadores que se somete a tratamiento alcanza la meta, pero un 40% se queda en el camino. "Dejar de fumar es muy técnico y eso lo aprende cualquiera", explica Marín. Empieza por un diagnóstico, que tiene en cuenta las recaídas y sus motivos, el nivel de adicción (no todos fu mando lo mismo logran igual nivel) y conocer la dependencia psicológica y fisiológica a la nicotina. Después se reduce el síndrome de abstinencia; se aplica una terapia psicosocial, y en casos extremos se administra algún sustituto de la nicotina: parches para los grandes adictos y para el resto chicles, que, según Marín, carecen de efectos secundarios.

"El drama del tabaco, frente al alcohol, que ataca directamente al hígado, es que la nicotina no es mala en las dosis de un cigarro, porque se metaboliza en media hora. El peligro está en la combustión y en los miles de componentes del humo que colaboran en ella, porque nuestro cuerpo no está diseñado para digerirlo", explica Marín.

En la lista de espera del hospital La Princesa, de Madrid, los fumadores que quieren abandonar el hábito tienen que esperar entre cinco y seis meses, según el director de la unidad contra el tabaquismo, Carlos Jiménez Ruiz. El perfil de la persona que acude a este servicio, si es varón, tiene de 40 a 45 años, ha intentado dejar de fumar varias veces sin ayuda y no lo ha conseguido y fuma unos 25 cigarrillos diarios. Las mujeres suelen acudir antes; a los 3440 años, pero comparten con ellos varias intentonas fracasadas por abandonar el tabaco. Por lo menos un par de veces. Y ambos presentan síntomas obvios como tos y fatiga.

Dolencia 'normal'

En la Comunidad de Navarra, los servicios sanitarios han elegido ofrecer a sus fumadores programas integrados en todos los centros de atención primaria. "Queremos que el tabaquismo sea una actividad sanitaria rutinaria y tratarlo como un problema de salud normal", manifiesta María Jesús Azagra, coordinadora del Programa de Ayuda al Abandono del Tabaco de Navarra.

En esta comunidad —la única que subvenciona, con un 30%, el coste de los parches—, los resultados de los programas iniciados en 1995, al año de intervención, fueron de un 30% a un 66% de éxito. Azagra se refiere a una encuesta en la que de 135.000 fu madores que hay en Navarra la mitad quiere dejar de serlo.

La tendencia del Insalud para sus pacientes fumadores es "trabajar más en la prevención que en las unidades para el tabaquismo, porque los resultados no son excelentes", argumenta. De momento, en 500 centros de salud de sus 10 comunidades autónomas ofrecen programas contra el tabaco.

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