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INMIGRACIÓN ILEGAL

Ocultos la espesura del bosque

Los bosques de Vilopriu, un plácido pueblecito de Girona, a 50 kilómetros de Francia, esconden decenas de cabañas en las que los magrebíes esperan su transporte. Ocultos en precarias construcciones de ramas de pino, musgo y plásticos, los inmigrantes, agazapados, son capaces de soportar semanas de hambre y frío.Hace pocas semanas, un vecino de la zona alertó a los Mossos d'Esquadra, la policía autonómica, de la existencia de uno de estos campamentos. La fulminante redada evitó la detención de los responsables de la operación y convirtió los bosques de Vilopriu en el escenario de una improvisada caza.

Zapatos, ropa y utensilios de aseo desparramados ante las cabañas dan cuenta de una precipitada huida. Otros restos son el testimonio de las semanas de supervivencia: cartones de leche, latas de sardinas y atún y zumos de frutas. Un barreño de hojalata conserva las cenizas del fuego con el que se calentaron en las frías y húmedas noches.

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Los inmigrantes aprenden que en su viaje clandestino nunca pueden ir erguidos. De estar encorvados en los grandes camiones en el poco espacio que deja libre la mercancía, pasan a la estrechez de las covachas. En el último caso, su espera debía durar unos días y se prolongó semanas.

La policía sospecha que el camionero que debía llevarlos se echó atrás en el último momento. El grupo de apoyo que les llevaba comida acabó también por desvanecerse. Cuarenta hombres sin medios quedaron abandonados en un frío bosque de un país húmedo y desconocido. Tan desesperada era la situación que se arriesgaron a mendigar por las masías de la zona. Al atardecer de un día, el bosque que les cobijó durante tantas noches fue invadido por destellos de luces y aullidos de sirenas. Sólo les quedaba correr, pero sin saber a dónde.

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