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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Alternancia marroquí

LA ALTERNANCIA política ha llegado a Marruecos. Por vez primera desde la independencia del país, hace 41 años, el rey Hassan II ha encargado formar Gobierno a un socialista histórico, Abderramán Yussufi, en consonancia con los resultados de las elecciones del pasado mes de noviembre, en las que la Unión Socialista de Fuerzas Populares (USFP) consiguió el mayor número de votos. Aunque la llave del poder sigue estando donde estaba, en palacio y en algunos estamentos, esta designación puede generar estabilidad institucional y facilitar el cambio el día en que desaparezca Hassan II. Pese a que le queda aún mucho camino por recorrer para equipararse a las democracias europeas, Marruecos avanza en la buena dirección, en manifiesto contraste con sus vecinos del Magreb y aún más allá. Los socialistas marroquíes se han identificado siempre con la lucha a favor del Estado de derecho, que llevó a la cárcel y al exilio al propio Yussufi, que, por otra parte, mantiene excelentes relaciones con el príncipe heredero, Sidi Mohamed. Y aunque haya mantenido serias diferencías con el monarca reinante, el hecho de que pertenezcan a una misma generación puede resultar positivo.Previsiblemente, Yussufi formará Gobierno con el apoyo de los partidos centristas en un Parlamento divido en tres. Para tener un juicio más preciso habrá que esperar a conocer quiénes ocuparán las carteras ministeriales clave, como Exteriores, Defensa, Asuntos Religiosos o Interior, cuyo titular casi vitalicio tiene -y puede seguir teniendo- un papel central en la gestión del proceso del Sáhara occidental, un asunto fundamental para este nuevo Gobierno, al que le corresponderá avanzar hacia el referéndum en la antigua colonia española con las "fórmulas nuevas" de las que habla Yussufi.

El nuevo Gobierno puede contribuir igualmente al diálogo sobre otros contenciosos territoriales que Marruecos considera pendientes, como los de Ceuta y Melilla, pero el líder socialista tiene ciertas carencias en sus relaciones con los actuales gobernantes de Argelia, país que influye en la cuestión saharaui, y que ha afrontado el islamismo político radical de una manera bien diferente a la de Hassan II. Con Yussufi, el rey y comendador de los creyentes lanza un guiño a los islamistas moderados en Marruecos, también presentes en la USFP. No obstante, los movimientos extremistas como Justicia y Caridad siguen muy activos en ámbitos como la Universidad. Y de forma indirecta, el poder en Argelia ha empezado a acusar a Marruecos de dejar pasar armas para los terroristas del GIA a través de una frontera común en la que el contrabando de todo género ha sido la norma desde siempre.

El encargo a Yussufi para formar Gobierno ha sido generalmente bien recibido incluso por la patronal marroquí, no precisamente favorable a los socialistas. Los empresarios esperan que el nuevo Gobierno de centro-izquierda tome iniciativas para frenar un descontento social que puede desestabilizar un país cuya economía, debido a la mala cosecha agrícola, registró el año pasado un crecimiento del 3,5%, insuficiente para compensar el galopante aumento de la población y las evidentes desigualdades económicas. Por eso mismo, la labor de Yussufi. no va a ser nada fácil. Sin embargo, todos, dentro y fuera de Marruecos, tenemos interés en que esta nueva experiencia tenga éxito.

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