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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

La apuesta real en Chiapas

Desde el múltiple y salvaje asesinato de Chenalhó, en Europa se ha vivido con gran preocupación la situación de dejadez; miseria y falta de derechos humanos en que vive la mayoría de la población en Chiapas. La Unión Europea, mientras tanto, hace su habitual juego de tirar la piedra y esconder la mano: emite un comunicado destinado a contentar a su opinión pública, pero lo suficientemente comedido como para no molestar a las autoridades mexicanas.Pero ¿cómo se vive en México realmente este problema? Por un lado, los empresarios liderados por los poderosos grupos del norte del país piden mano dura contra los zapatistas y quienes los apoyan para evitar cualquier perjuicio a la imagen de México que pudiera poner en riesgo las inversiones extranjeras y la recuperación económica de que disfruta una pequeña parte de la población. Estudiantes, intelectuales e izquierdistas agrupados en torno al PRD se manifiestan en las calles o a través de los medios de comunicación en demanda de la retirada del Ejército de los municipios con mayor presencia zapatista y el cumplimiento de los acuerdos de San Andrés, firmados por el Gobierno, el EZLN y las comisiones de intermediación. Por su parte, la mayoría de la población urbana, aquella que tiene aquí un peso real como opinión pública, a pesar de repudiar la matanza de diciembre, vive un tanto indiferente y con ansia de que el conflicto llegue a una resolución final, cualquiera que ésta sea.

La apuesta real del Gobierno, mientras tanto, es doble. De cara a la galería, se llena la boca de palabras con buenas intenciones; envía emisarios a reconocer el terreno, los cuales vuelven convencidos de la necesidad de retirar el Ejército y trabajar sobre las bases ya acordadas, pero que son inmediatamente desautorizados; muestra su preocupación por la situación de los indígenas, etcétera. ¿Y qué hace mientras tanto? Sin hacer ruido, y en una guerra de baja intensidad, envía al Ejército a ocupar todo el territorio de donde se había retirado; nombra un nuevo gobernador al viejo estilo del régimen que va a aplicar las mismas políticas de siempre; gana tiempo, dejando que se apaguen las voces y los informes que le comprometen por conocer de antemano lo que iba a pasar y haberlo tolerado; amenaza con expulsar a las ONG, y relega a la gente a seguir sometida a la pobreza y el atraso de siempre. México partido en dos.-

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