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Europa se consagra en Davos como el polo económico más estable tras la crisis asiática

Xavier Vidal-Folch

Europa ha quedado consagrada, a raíz de crisis asiática y de la euforia sobre el euro, como el polo económico más estable del mundo en las discusiones del Foro Económico Mundial que finalizaron ayer en la estación invernal suiza de Davos. Le sigue EE UU, aunque con más incógnitas. Grandes empresarios y expertos apuestan por una digestión lenta, pero sin nuevas tragedias, de las turbulencias orientales, con muchas dudas sobre Japón. América Latina ha obtenido un bálsamo, pero no Rusia.

Apenas tocada por la crisis del sureste asiático, donde mantiene menos inversiones y vínculos comerciales que EE UU, y montada a caballo de la inminente moneda única, la Unión Europea (UE) se llevó la palma en los augurios de solidez. Lo insólito del encuentro es que esta vez los líderes europeos no se han quedado solos al augurar el mayor crecimiento relativo de su región para 1998, su mayor estabilidad y el desafío del euro al dólar. Banqueros norteamericanos y japoneses han lanzado análisis convergentes al respecto con ministros europeos (el francés Dominique Strauss-Kahn, el español Rodrigo Rato, el alemán Günter Rexrodt, el belga Phillippe Maystadt) y con el presidente de la Comisión, Jacques Santer. Hasta tal punto que el subsecretario del Tesoro de EE UU, Larry Summers, tuvo que salir en defensa del billete verde.La euroforia ha tenido dos matices. Uno, la alerta de Maystadt sobre volatilidades durante la transición al euro, si la UE no amplía su mercado de capitales. Dos, la lacra del desempleo, que genera recetas opuestas entre los Quince. En un foro abrumadoramente liberal, Strauss-Kahn se quedó más sólo que Robinson Crusoe defendiendo la reducción de la jornada semanal a 35 horas.

EE UU propagó bien sus impecables resultados económicos (equilibrio presupuestario, tipos de interés bajos, inflación inapreciable, pleno empleo) y exhibió su liderazgo político. Pero también planearon sus puntos flacos: el mayor impacto de la crisis asiática, la dependencia de Japón para financiar su deuda y el "aislacionismo internacional" del Congreso, denunciado en Davos por la propia Hillary Clinton.

Mientras, el responsable de la Reserva Federal, Alan Greenspan, anunciaba una desaceleración del crecimiento de EEUU. Y el director del Instituto de Economía Internacional, Fred Bergsten, preconizaba la depreciación del dólar "porque está sobrevaluado de un 15% a un 20%".

Las garantías de que China no devaluará el yuan ofrecidas por el viceprimer ministro, Li Lanqing, trabaron la convicción de que la crisis asiática quedará contenida y no se desparramará demasiado. Aunque su digestión cueste aún uno o dos años y aunque rebrote localmente (Indonesia, conflictos sociales).

El optimismo de los grandes ejecutivos concede a la zona el segundo grado de confianza, con el 28% -sólo tras el 32% de América Latina-, según una encuesta aquí divulgada. ¿Porque están ya muy comprometidos en ella? ¿O porque "no vemos otra región en la que durante los próximos años sea posible recuperar una inversión en cuatro ejercicios", como dijo el estratega de la Deutsche Bank, Kenneth Courtis? Pese a ese entreguismo, la duda sobre Japón se mantuvo. Para ese país, la actual crisis "equivale al choque petrolero" que EE UU y Europa sufrieron en los setenta, describió Rudi Dornbusch, catedrático del MIT. Los empresarios querían creer en las promesas reactivadoras y liberalizadoras de míster yen, Eisuke Sakakibara, pero desfallecían en el intento.

El rebote asiático

¿Rebotará el crash asiático a otros lares?. La magnífica defensa de Rusia realizada por su primer ministro, Víktor Chernomyrdin ("tendremos crecimiento positivo en 1998", frente al negativo de 1997; "la Duma aprobará la reforma fiscal", argumentó), cosechó diversidad de opiniones. Para algunos expertos, "Rusia ya es casi predecible". Para otros, como George Soros, "adopta las decisiones economicas equivocadas".Y si en las primeras jornadas menudearon las alusiones victimizantes a Latinoamérica, sobre todo a Brasil, el frente político común de los líderes de Mercosur logró capearlas. El presidente brasileño, Fernando Henrique Cardoso, enarboló su rigor presupuestario y su baja inflación para concluir: "La sociedad brasileña ha decidido el camino de la estabilidad y el crecimiento". Le ayudó, por empatía, el ortodoxo discurso del mexicano Ernesto Zedillo sobre las lecciones de la crisis de hace tres años. En este mapa falta África, pero no es un olvido. Simplemente, nadie la puso en el mapa.

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