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Tribuna
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Levanto el dedo

Xavier Arzalluz acudió el domingo pasado a homenajear a Castelao, fundador del nacionalismo gallego, a la casa de Galicia en Bilbao. Allí, preguntado por los periodistas, reiteró que las discrepancias entre los partidos en su diagnóstico sobre la violencia son naturales y pidió "que levante el dedo" quien tenga una solución para el terrorismo. Se diría que al presidente del Partido Nacionalista Vasco le contrarían las críticas a la actuación de los responsables políticos por no haber resuelto un problema que "se prolonga desde hace 40 años". Pero semejantes manifestaciones dejan atónita a la concurrencia, que siempre había considerado al líder del PNV como el compendio de esas delicadas sabidurías. Ahora queda, pues, abierto un concurso de ideas al que convendrá acudir para formular cuantas puedan ayudar.Se impone un reconocimiento de la realidad. Más de un 50% de las probabilidades para la solución de un problema, en política o en matemáticas, depende del acierto al formular su planteamiento. Enseguida conviene advertir que en ocasiones el método que debe aplicarse es el de aproximaciones sucesivas y que en algunos casos sólo se llega a la solución por reducción al absurdo. Por eso, la sesión de hoy conviene dedicarla al análisis de los móviles y de algunos de los apoyos más o menos directos o colaterales que reciben los terroristas. Los asesinatos que cometen los terroristas son eso, asesinatos. Pero, sin desmerecer al Código Penal, se impone averiguar el móvil del crimen. Si escuchamos a los asesinos, diríase que el móvil declarado de sus disparos y explosiones es el contencioso entre el pueblo vasco y el Estado español, tantas veces aludido por el propio obispo de la diócesis, monseñor Setién.

En esa línea, durante años, algunas fuerzas políticas democráticas vascas estuvieron propugnando una salida mediante la negociación directa con los terroristas. Los propios terroristas así lo reclamaban. Primero, en los momentos iniciales de la transición, sólo querían como interlocutor al Ejército, al que consideraban el verdadero poder detrás del poder de Adolfo Suárez. Enseguida, con la Constitución de 1978, se configuró en España un poder democrático dispuesto a sacudirse cualquier tutela castrense. Ningún eco se produjo en el otro lado, el de la banda terrorista, que seguía campando por sus respetos sin que se atisbara un proceso análogo por el cual los armados hubieran debido quedar sometidos a control político por quienes comparecen a las elecciones y reciben el voto de algunos de sus conciudadanos.

El Ejército -al que Franco encomendó que mantuviera todo, incluido el Gobierno, atado y bien atado- había quedado tres años después de modo inequívoco a las órdenes de los poderes constitucionales. Pero la coalición del radicalismo abertzale seguía sometida a las instrucciones que marcaba el paso de la bota terrorista. Entonces los terroristas pidieron conversaciones con los titulares del Gobierno de Madrid y ése fue el escenario de Argel. Su fracaso estaba cantado dada la heterogeneidad de los reunidos. Después ha llovido mucho dentro y fuera del País Vasco y dentro y fuera del resto de España: cayó el muro de Berlín, se incrementó la cooperación internacional, se concluyeron los sumarios de los GAL, cambió el Gobierno. Pero los asesinatos terroristas han continuado, tal- vez con una cadencia estadística menor, pero con un incremento de su percepción pública, sobre todo a partir de casos como el del secuestro de Ortega Lara y el asesinato de Miguel Ángel Blanco. Por eso, el propio José Antonio Ardanza se ha atrevido a decir en su declaración del décimo aniversario del Pacto de Ajuria Enea que el terrorismo es en primer lugar un problema de los vascos.

Es una afirmación básica que supone una enmienda a la totalidad a monseñor Setién, que para este momento tiene ya un aventajado discípulo en Blázquez, el obispo de Bilbao con su Consejo Presbiteral a cuestas, y en Sánchez, el secretario de la Conferencia Episcopal Española. Algunos pensábamos que la comunidad cristiana estaba convocada en torno a los Diez Mandamientos de la Ley de Dios; pensábamos que el quinto mandamiento decía no matarás, pero ahora vamos a descubrir que el precepto tiene letra pequeña como los contratos de Telefónica y que las circunstancias desaconsejan consolar a los deudos de las víctimas. Así que, vistas las circunstancias, el Consejo Presbiterial de Vizcaya habría recomendado también que Jesús permaneciera en la carpintería de Nazaret. El papa Juan Pablo II, que acaba de imponer su autoridad sobre la poderosa Conferencia Episcopal alemana a propósito del aborto, ¿para cuando deja lo de nuestra Conferencia a propósito de los asesinatos?

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