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El Gobierno recomienda al Kremlin que se entierre al último zar en el panteón imperial de San Petesburgo

Ya es oficial: los restos de nueve personas encontrados en 1991 en los alrededores de Yekaterimburgo pertenecen al último zar ruso, Nicolás II, a los miembros de su familia y de su séquito. Así lo anunció el primer vicepresidente del Gobierno ruso, Borís Nemtsov, que presidió ayer la última reunión de la comisión creada para estudiar la autenticidad de los restos. Ahora el líder ruso, Borís Yeltsin, deberá decidir dónde y cuándo enterrar a la familia imperial.

Lo más probable es que Yeltsin tome en cuenta los resultados de la votación realizada entre los 23 miembros de la comisión. La mayoría (16) se pronunció por que los restos imperiales sean sepultados en el panteón imperial de San Petersburgo, la antigua capital de Rusia, donde yacen casi todos los zares. En cuanto a la fecha, los miembros de la comisión dieron preferencia al 17 de julio, día en que se cumple el 80º aniversario del fusilamiento de Nicolás II, su esposa, su único hijo y sus cuatro hijas. Por último, la mayoría absoluta consideró que tanto la familia imperial como las personas de su séquito asesinadas sean enterradas juntas. Naturalmente, los representantes de la casa de los Romanov también desean que los restos de la familia imperial descansen junto con sus antepasados, en San Petersburgo.

El opositor más categórico a este guión es Eduard Rossel, el gobernador de SverdIovsk, quien insiste en que los restos imperiales deben ser enterrados en Yekaterimburgo, capital de esta provincia de los Urales. Incluso ha recurrido al chantaje y ha afirmado que conoce el paradero de los restos de los dos miembros de la familia del zar que no figuran entre los hallados en 1991, pero que no lo revelará mientras no se elija a Yekaterimburgo como lugar de la sepultura de Nicolás II.

Sucede que los restos encontrados entonces corresponden al zar, a la zarina Alejandra, a sus hijas Anastasia, Olga y Tatiana, a dos ayudas de cámara, a un cocinero y al médico personal de Nicolás II.

Faltan los restos del zarévich Alexéi y de María, la tercera de la hijas. Pero es altamente improbable que el presidente ruso ceda a las ambiciones de Rossel.

Por cierto, Borís Yeltsin fue quien hace 20 años, cuando gobernaba la provincia de Sverdlovsk, ordenó derribar la casadel comerciante Nikolái Ipátiev, donde fueron ejecutados elzar y su familia. Con respecto a Alexéi, existe la leyenda de quefue sustituido por un hijo de uncocinero, y que el zarévich nosólo sobrevivió sino que tuvoun hijo. Incluso hay en Rusia quien asegura ser este descendiente: Nikolái Dalski, que se autodeclara emperador.

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