Las pistas de la presunta trama de extrema derecha
Las informaciones sobre la presunta relación sexual de Monica Lewinsky con el presidente Clinton llegaron hasta el investigador especial del caso Whitewater a través de dos abogados de militancia conservadora. EI hecho es citado por simpatizantes del presidente como una prueba más de las acusaciones de Hillary Clinton de que el escándalo Lewinsky ha sido impulsado por un conglomerado de grupos e individuos derechistas, entre ellos el fiscal Kenneth Starr.Los dos abogados, George Conway y James Moody, dicen,igual que Starr, que es ridículo y que no ha habido motivaciones ideológicas en su enfoque del caso. Aunque no hay pruebas que respalden las acusaciones de Hillary, es evidente que muchas de las figuras que hay en la escena tienen vínculos con grupos derechistas. Conway, que actuó en el caso de acoso sexual de Paula Jones contra el presidente, puso en contacto a Linda Tripp -la mujer que grabó las acusaciones de Lewinsky- con Moody el 9 de enero. Tres días después Tripp acudió a Starr, muy activo en diversas causas jurídicas derechistas. Igual que Starr, Moody y Conway son miembros de la Sociedad Federalista, una organización de Washington formada por algunos centenares de abogados y jueces conservadores. Moody y Starr tienen otro nexo común a través de la Fundación Hito, un grupo que interviene en demandas derechistas.
Otra persona cuyo papel suscita interrogantes es una agente literaria de Nueva York, Lucianne Goldberg, una estrecha amiga de Tripp. Goldberg dice que la idea de las grabaciones secretas es suya, aunque niega tener motivos políticos para derribar al presidente.
Las acusaciones de Hillary también se dirigieron contra tertulias radiofónicas de extrema derecha, páginas ultras en Internet, fundaciones conservadoras y grupos de presión. Entre los nombrados están el televangelista Jerry Falwell, que ha vendido 60.000 copias del vídeo Las crónicas de Clinton en el que, entre otras cosas, se llama traidor al presidente, y el periodista británico Ambrose Evans-Pritchard, que ha publicado, de la mano de Goldberg, La vida secreta de Bill Clinton, que atribuye misteriosas muertes y conspiraciones al presidente y a su equipo.
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