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Temor y esperanza ante los trasplantes de órganos de animales

Destacados especialistas estadounidenses piden una moratoria

Estados Unidos se dispone a autorizar a las empresas de biotecnología a implantar en humanos órganos animales modificados genéticamente. El peligro es trasplantar al mismo tiempo virus animales que corren el riesgo de superar la barrera de las especies, y dar lugar así a nuevas pandemias. La perspectiva de una aceleración prematura de las pruebas clínicas -estimulada por un mercado lucrativo- lleva hoy a algunos eminentes científicos a exigir una moratoria hasta que se conozcan mejor los riesgos y se haya advertido al público de lo que realmente está en juego. Nueve de ellos han pedido una moratoria mundial en una carta a las revistas Nature y Naturé Medicine, con motivo de una reunión convocada la pasada semana por organismos estadounidenses.Nadie pone en duda las promesas de los xenotrasplantes. El riesgo es que no sólo se prueben los trasplantes, sino también la hipótesis, lejana pero muy real, de que un virus animal infecte a su receptor y, peor incluso, de que se propague a toda la humanidad. La máxima "cuando EE UU estornuda, Europa se constipa" puede ser, esta vez de una gran agudeza.

Hasta hace poco, los xenotrasplantes no eran un problema de sanidad pública. Rara vez se intentaban y tenían poco éxito: los receptores no vivían el tiempo suficiente para propagar una infección, ya que su sistema inmunológico rechazaba rápidamente el órgano extraño. Pero los investigadores piensan que este obstáculo puede superarse gracias a los órganos modificados genéticamente. A algunos científicos les preocupa que el ejemplo estadounidense sea una puerta abierta a una aceleración y a una multiplicación prematura de las pruebas clínicas en todo el mundo, y con ello, a un súbito aumento de los riesgos."Nos encontramos al borde de una posible explosión de nuevos intentos de xenotrasplantes admite Mary Pendergast, un alto responsable de la Agencia de Alimentos y Fármacos (FDA, siglas en inglés). "La tecnología no va a esperar a que nosotros (las autoridades sanitarias) debatamos qué es lo hay que hacer". Sobre todo, porque la presión a favor de los xenotrasplantes es fuerte, alimentada por una cruel penuria de donantes humanos.

"No deseamos poner en peligro la salud de la gente", explica uno de los mejores cirujanos de corazón de EE UU, Leonard Bailey. "Pero no creemos que haya que especular inútilmente sobre este riesgo... el tiempo apremia". Bailey tiene la intención de obtener de la FDA la autorización para trasplantar a niños corazones de babuinos criados en el centro médico universitario de Loma Linda (California).

El mercado de los xenotrasplantes, aunque afecta a un número relativamente reducido de enfermos es lucrativo. Según Peter Laing, analista de Société Générale Strausse Tumbull en Londres, puede alcanzar los 6.000 millones de dólares (900.000 millones de pesetas).

Sin embargo, los pacientes a la espera de un trasplante corren el riesgo de quedar decepcionados. La implantación de simples células animales, esperanzadora para el tratamiento de la enfermedad de Parkinson, va camino de dominarse rápidamente. En cambio, numerosos científicos subrayan que la técnica de implantación de órganos animales sólidos no estará a punto hasta dentro de unos años, a pesar de los anuncios espectaculares de varias empresas de biotecnología y de algunos cirujanos presuntuosos. "Queda por realizar un enorme esfuerzo de investigación hasta superar los complejos rechazos de órganos extraños por el sistema inmunológico humano", dijo Jean-Paul Soulillou al concluir el IV congreso internacional de xenotrasplantes celebrado en otoño en Nantes.

A partir de ahora, todas las pruebas deberán ser autorizadas por la FDA y, asimismo, puede que se cree un comité federal asesor sobre los xenotrasplantes. A pesar de ello, la normativa propuesta por EE UU es un ejercicio de equilibrismo. Mary Pendergast lo resume así: se trata de permitir que prosigan las pruebas, a pesar de las incógnitas científicas, a la vez que se intenta evitar los riesgos mediante un control estrecho de los pacientes.

En efecto, los receptores deberán aceptar una vigilancia de por vida, mientras que ellos mismos y los miembros de su familia no podrán donar sangre. Igualmente pueden verse obligados a practicar el sexo seguro e incluso forzados a una cuarentena, como los astronautas que regresaban de la Luna. Estas medidas draconianas no tienen precedentes en la medicina, subraya Abdullah Daar, de presidente del comité asesor sobre xenotrasplantes para la Organización Mundial de la Salud.

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