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Temor en Brasil a que la nueva ley de trasplantes genere abusos

Juan Arias

El mundo de la sanidad está revolucionado en Brasil a causa de la nueva ley sobre la donación de órganos que reza así: "La retirada de tejidos, órganos y partes (del cuerpo humano) podrá ser efectuada independientemente del consentimiento expreso de la familia, si en vida el fallecido no había manifestado su objeción". Es decir, que si alguien en vida no ha dejado por escrito que no desea que sus órganos vitales puedan ser utilizados para operaciones de trasplantes para salvar la vida a otros enfermos, la autoridad pública tiene el derecho de hacerlo sin el consentimiento previo de la familia.

En la ley se prevé una lista por turno riguroso de los necesitados de trasplantes y, por tanto, un familiar no puede decidir libremente a quién donar los órganos del fallecido.

¿No debería ser al revés, como en todas las otras partes del mundo donde es necesaria una autorización previa a la muerte para que puedan disponer de nuestros órganos después de la muerte? Esa es la polémica que estos días vive Brasil.

La ley mantiene sin embargo una cierta ambigüedad, ya que dice que la retirada de dichos órganos "podrá" ser efectuada y no "deberá", como subraya Milton Glazer, el médico coordinador de la Organización de Búsqueda de Órganos de los Hospitales de Sao Paolo en una larga entrevista a la revista Veja. En ella afirma que, para evitar problemas de interpretación, él continúa solicitando el permiso de las familias de los difuntos.

Movidos por el egoísmo

Sin embargo, Glezer defiende la polémica ley afirmando que en el fondo es un egoísmo negarse a donar los propios órganos después de la muerte. "Quien actúa movido por ese egoísmo", afirma el médico brasileño, "olvida que él mismo podría en cualquier momento necesitar de un trasplante para poder seguir viviendo. Si todos pensaran así ¿quién le iba a salvar a él?", se pregunta.Pero las objeciones a la nueva ley son no pocas ni pequeñas. He aquí algunas de las que se barajaban estos días en Río de Janiero:

a) La nueva ley, tan permisiva, podría inducir a algún médico a adueñarse de los órganos de un paciente en coma sin que haya sido diagnosticada con absoluta certeza su muerte clínica

b) Puede llevar a un verdadero tráfico de órganos.

c) Existe el temor de que el interés por la obtención fácil de órganos lleve a la medicina a preocuparse más de obtener dichos órganos que de hacer todo lo posible para salvar al paciente. Una familia se ha quejado amargamente que tras la muerte de un joven, al advertir que había fallecido, le hicieron para adueñarse de sus órganos los análisis más sofisticados en los mejores hospitales, cosa que no le habían hecho con antelación para intentar salvar su vida.

d) El temor a que los médicos puedan hacer la vista gorda diagnosticando la muerte encefálica antes de tiempo.

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