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Los conflictos laborales llegan antes que la unión monetaria

Pilar Bonet

El conflicto laboral llegó al Instituto Monetario Europeo antes de que las condiciones de los futuros "eurobanqueros" se acabaran de definir. Estalló entre fines de noviembre y principios de diciembre de 1997, con la dimisión de cuatro de los cinco miembros del comité (electo) representante de los empleados, según fuentes financieras en Francfort.Los dimisionarios (un belga, un italiano, un danés y un alemán) protestaban así por la política de personal del IME, ya que creían que sus posiciones no habían sido tenidas en cuenta al elaborar las condiciones de empleo, que por ahora son inferiores en muchos aspectos a las que rigen para los funcionarios de los organismos comunitarios en Bruselas. Posteriormente, fue elegido un nuevo comité que representa a los trabajadores.

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Los proyectos de normativa laboral son discutidos en las reuniones de los jefes de personal de los bancos centrales europeos. En diciembre, en una de estas reuniones, los miembros del comité dimisionario dieron a conocer sus posiciones y los jefes de personal se enzarzaron en una aguerrida polémica.

En algunos aspectos, tales como los complementos salariales a los expatriados y los viajes al país de origen, Francia, Italia y España discrepaban con el representante del Bundesbank (banco central alemán), Gerald Griesse. En medios financieros no alemanes con sede en Francfórt, este funcionario es considerado como un "hueso dificil de roer" por su resistente política de ahorro y de recortes de gastos, que algunos consideran poco indicada para atraer a profesionales bien cotizados.

Condiciones discutibles

"Las condiciones de trabajo del Banco Central Europeo, si se mantienen las actuales, serán interesantes para la gente que ya reside en Francfort, pero no para mudarse desde el extranjero", dice un banquero, que ha descartado la idea de trabajar en esta institución.El IME está en una situación ambigua entre lo privado y lo público, ya que sus empleados tienen privilegios fiscales como los funcionarios de Bruselas, pero no la categoría de funcionarios. En lugar de pensiones a cargo del sector público, tienen un fondo privado y carecen de los viajes gratuitos anuales de sus colegas de Bruselas. También pagan más por la educación de los hijos, pues la escuela internacional en Francfort tiene precios privativos, aunque el Instituto Monetario Europeo los cubra en un 75%.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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