_
_
_
_
_
Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Madrid-Varsovia

POLONIA ES un país estratégico para España en la Europa ampliada que se dibuja en un horizonte nada lejano. Por ello, el viaje que ayer concluyó el presidente del Gobierno a Varsovia, aunque tardío, cobra una dimensión especial, sólo disminuida por la inevitable manía de hablar de política nacional en estos desplazamientos. Polonia, de una entidad demográfica similar a la de España, puede competir en peso específico con nuestro país en las instituciones comunitarias. Dado su menor nivel de renta, ambos países competirán por los fondos estructural es o de cohesión, pero coincidirán en defender e impulsar esta política de solidaridad en la Unión Europea y otras que interesan tanto a Madrid como a Varsovia. Si se gestiona bien la relación, Polonia se puede convertir en un aliado de primer orden.Bronislaw Geremek, una de las mentes europeas más preclaras de este cambio de siglo, consideraba no hace mucho, justamente en Madrid, la necesidad de constituir una masa crítica europea, formada no sólo por el eje franco-alemán, sino también por Polonia y España. Madrid-Varsovia, pasando por París y Berlín, se convertiría, así, en una necesaria columna vertebradora de esta nueva Europa más amplia y diversa.

Según la declaración conjunta hecha pública en Varsovia, Polonia y España celebrarán cada año reuniones bilaterales anuales, como debe ser, y que han de completarse con una mayor relación entre dos sociedades que, básicamente, se desconocen. España puede aportar a Polonia, más allá de la transición política, la experiencia de unas largas y dificiles negociaciones para la adhesión a la Comunidad Europea.

Varsovia es tan europea como Madrid y Lisboa. Aznar, que ha tardado demasiado en viajar a Polonia y en general al Este, se ha presentado en esa capital como defensor de la ampliación de la UE a ese país "cuanto antes". Va a haber muchos obstáculos que salvar; unos, planteados por Polonia, pero otros, por los propios Estados de la UE, incluida España en defensa de sus intereses legítimos. Nuestro país pide que el coste de la ampliación se comparta entre todos: entre los que entran y los que están; y entre éstos, lo lógico es que los más ricos contribuyan más. La ampliación no se puede hacer a costa de los países más desfavorecidos de la UE, menos aún cuando hacen, como España, un gran esfuerzo para modernizarse e incorporarse al euro, tras haber corrido para adaptarse a la Comunidad Europea y al mercado único.

Cuando un tema da mucho que hablar, lee todo lo que haya que decir.
Suscríbete aquí

La discusión que se produjo el lunes en el Ecofin, el Consejo de Economía y Finanzas de la UE, repetición de otras anteriores, no está bien enfocada, pero pone de relieve que, en el último Consejo Europeo de Luxemburgo, España paró el golpe, pero poco más. Las espadas siguen en alto, si bien es poco probable que el debate sobre las nuevas perspectivas financieras de la Unión Europea pueda entrar en fase negociadora antes de que se hayan celebrado las elecciones de Holanda (en mayo) y Alemania (en septiembre).

Estos dos países han planteado una reducción de su contribución neta al presupuesto de la UE, aunque sus empresas sean las que más se benefician del mercado único de los Quince. En tales circunstancias, no parece lógico que el debate se inicie con la petición de un cheque alemán u holandés, al estilo del que logró Thatcher para el Reino Unido, para compensar en parte la diferencia entre lo que dan y lo que reciben de las arcas comunitarias. No es ésa la forma de construir una Europa solidaria en la que se sientan a gusto no sólo Holanda o Alemania, sino también España y Polonia.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_