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Crítica:CINE: 'LLAMANDO A LAS PUERTAS DEL CIELO'
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Enfermos terminales

De un tiempo a esta parte, el cine internacional asiste a la eclosión de un nuevo filón, herencia sólo en parte de las "enseñanzas" de Quentin Gatillo Tarantino, pero en realidad presidido por una inspiración, por llamarle algo, nihilista, un ritmo enloquecido salpicado por una percutente banda sonora rockera desde el off. Y campando por encima de todo, la influencia omnipresente del cine americano, el único que parece capaz de ver la mayor parte de los jóvenes realizadores de hoy mismo, enfermos terminales de la peor cinefilia posible, la del cine hecho, para pasar el rato y no plantear jamás un problema que ocupe al espectador más de dos minutos de, en fin, reflexión.El filme, dirigido por el debutante alemán Thomas Jahn, cuenta la historia de dos enfermos igualmente terminales, uno gamberro, el otro ordenado y pulcro. Sabedores- que lo único que se les espera al final del pasillo del hospital en el que han dado con sus huesos es la señora de la guadaña, ambos se largan, roban un coche lleno de droga, elemento recurrente, y se lanzan a una serie de aventuras progresivamente más inverosímiles, perseguidos por mafiosos de tebeo y policías de pacotilla, que permiten al director lanzar algunos no ya dardos, sino meros dardillos contra la inoperatividad policial.

Llamando a las puertas del cielo (Knockin`on the Heavens Door)

Dirección: Tomas Jahn. Fotografia: Steplian Bechem. Producción: Til Schweiger, André Hennicke y Tom Zickler. Alemania, 1997. Intérpretes: Til Schweiger, Jan Josef Liefers, Thierry van Werveke, Moritz Bleibtreu, Huub Stapel, Leonard Lansink, Cornelia Froboess. Estreno en Madrid: cines Conde Duque, Albufera, UGC Cine Cité, Azul, Acteón, Ideal.

Pero no, conviene cargar las tintas en exceso. Llamando es más bien la versión alemana de filmes como Airbarg, lo que implica, por una parte, una mayor contención en los desafueros que muestra la trama, y por la otra, una menor acritud en la mirada sobre la realidad, más astuta y desmitificadora en el filme de Bajo Ulloa, virtualmente inexistente aquí.

Pero en realidad, lo que hace al filme un poco más raro respecto a los cánones del filón gamberro es el hecho de que, cada tanto, se nos recuerda que el tumor cerebral de uno de los personajes sigue avanzando, pincelada dramática en medio del general tono festivo, tal vez para recordamos que el sentido del humor germánico dista mucho de hondonadas, hedonismos de burdel y anillos perdidos en el culo de una puta, las principales bazas humorísticas del imparable y, dicen, incomprendido por la crítica Airbag.

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