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Aragón reivindica la figura del Conde de Aranda, gran ilustrado del siglo XVIII, en su 200º aniversario

, Esta semana se descubrió en Épila (Zaragoza) una placa conmemorativa del 200º aniversario de la muerte de Pedro Pablo Abarca de Bolea, X Conde de Aranda. La placa se desveló en una plaza que lleva ahora su nombre y en la que se alza el palacio donde hace 200 años murió desterrado. Un palacio de los duques de Híjar, propiedad de la casa de Alba, vacío hoy de fondos bibliográficos y de mobiliario, que será cedido a la localidad la próxima primavera por el precio simbólico de una peseta, y que acogerá un patronato sobre el conde donde se estudiará su historia y la de su tiempo.

El año del Conde de Aranda quiere reivindicar al ilustrado por, excelencia no sólo de Aragón sino -de España. Los actos se cerrarán el próximo otoño con un congreso de historiadores y una exposición que quiere mostrar la talla de este hombre nacido en Siétamo, Huesca, el 1 de agosto de 1719 y que queriendo ser militar como su padre se convirtió en embajador en Polonia, Portugal y Francia y mentor de los reyes Felipe V, Fernando VI, Carlos III y Carlos IV.

Zaragoza acogerá en otoño un congreso de historiadores que dirigirá el catedrático José Antonio Ferrer Benimelli. En la primera reunión, de la comisión que prepara los actos, y que preside Angel Cristóbal Montes, catedrático de Derecho Administrativo y diputado en las Cortes de Aragón, se destacó que este año se celebrará, "sin apresuramientos ni fastos innecesarios. Se trata de rescatar la memoria de un hombre al que se debe despojar de las imágenes falsas que han crecido en tomo a él". La leyenda cuenta que Aranda fue el artífice de la expulsión de los jesuitas, cuando en realidad restringió la autoridad de la Inquisición,o que fue el introductor de la Gran Logia de Oriente. El conde fue un impulsor de sociedades ilustradas como la Real Económica de Amigos del País y fue un asiduo de Voltaire. No fue sólo el capitán más joven de los ejércitos de Carlos III, sino un aficionado a la botánica que introdujo el cultivo de plantas de interés industrial y un hombre culto que embelleció la producción de las cerámicas levantinas. A juicio de varios eruditos, es junto a Goya, el aragonés y el español más representativo del siglo XVIII.

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