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Un corse de acero permitirá reforzar la base de la Torre de Pisa

El comité de expertos presenta un plan urgente de salvamento

, Los admiradores de la Torre de Pisa, la fabulosa atalaya de 57 metros de altura que vigila la ciudad toscana, están de enhorabuena. El panel de expertos internacionales al que el Gobierno italiano encomendó la preservación de este monumento de 800 años de antigüedad, afectado desde hace siglos por un inquietante proceso de inclinación, acaba de presentar un nuevo sistema de sostén de la torre que permitirá acometer con mayor seguridad un plan de salvamento en toda regla.

Si la idea, presentada por el responsable del grupo de expertos, el profesor de Ingeniería de la Universidad de Turín Michele Jamiolkowski, es definitivamente aprobada, la Torre de Pisa será reforzada esta primavera por dos cables de acero de 103 metros de longitud, sujetos por un lado a un edificio situado a esa misma distancia del monumento y, por el otro, de un anillo de acero colocado en torno a la propia torre a una altura de 22 metros. No se trata de una solución demasiado estética, pero, alegan los expertos, es la más segura para proceder a ejecutar el ambicioso plan de rescate de la torre, que costará unos siete millones de dólares. Se trata, básicamente, de reforzar su anclaje en tierra; sin embargo, y debido a la inestabilidad del suelo sobre la que está construida, el proceso es extremadamente delicado. Buena prueba de ello es el, semidesastre ocurrido en 1995, cuando se iniciaron las primeras excavaciones en el subsuelo de la torre que provocaron un alarmante aumento de su ángulo de inclinación en una sola noche. Los ingenieros debieron atajar el problema reforzando con 230 toneladas más de peso el anillo de 600 toneladas colocado en 1992 en la base de la estructura. Y aprendieron una dura lección: con la Torre de Pisa no se juega.

Técnica o destino

Para muchos vecinos de la pequeña ciudad turística, que no ha visto menguar el flujo de visitantes pese al cierre de la torre a las visitas en 1990, sería quizá más prudente dejar que el destino decidiera. Después de todo -y la inclinación es un problema que se remonta a sus orígenes-, la Torre de Pisa, construida entre 1174 y 1350, sigue en su sitio, mientras otros monumentos -algunos profusamente restaurados como la basílica de San Francisco de Asís- han perecido en la marejada de los más variados acontecimientos, incluido al gún que otro terremoto.No es ésta la opinión del responsable de Cultura y viceprimer ministro italiano, Walter Veltroni, ni del Gobierno al que pertenece, decidido a preservar a toda costa esta joya arquitectónica del inexorable derrumbe -el ángulo de inclinación es ya de 5,5 grados y sigue aumentando- Para lograrlo, los expertos están seguros de que la única solución -ante la imposibilidad de intentar la recuperación de la vertical- es rebajar el nivel de la base de tierra de la zona norte -la inclinación se produce por el lado sur-, inyectar cemento en los cimientos de la frágil construcción y sostenerla bajo tierra con ayuda de 10 cables de acero de unos 50 metros de longitud que irán encajados en ese anillo y se hundirán en la sólida arena de las profundidades.

De esta forma, señalaba a la prensa italiana el profesor Jamiolkowski, "podríamos garantizarnos un periodo de tranquilidad de varios cientos de años". El optimismo de los expertos es tal que un sector del panel cree que una vez finalizado el proyecto -que se pondrá en marcha en septiembre- sería posible incluso reabrir la torre a los ávidos visitantes.

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