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La bulimia desbanca a la anorexia como principal trastorno alimentario

Sólo un varón resulta afectado por cada diez mujeres

, La bulimia le ha quitado el puesto a la anorexia en la lista de trastornos alimentarios que aumentan en las opulentas sociedades occidentales. Desde hace dos años, mientras que los casos de anorexia -el abandono del comer- se han estancado, es la otra cara de la enfermedad, la bulimia -atracones incontrolados de comida que luego se vomita-, la que ven con más frecuencia los especialistas.

De la misma forma crece el número de pacientes que transitan en un estado intermedio entre la normalidad y una preocupación excesiva por su cuerpo, fomentada por la publicidad, alerta el jefe de la unidad de trastornos del alimento del hospital Niño Jesús, de Madrid, Gonzalo Morande.

Según un estudio llevado a cabo por este especialista, en la población de Madrid, en 1996, un 0,6% de las mujeres padecía anorexia; un 1,2% bulimia, y un 2,7% se encontraba en situación de riesgo, que se identifica cuando las afectadas ya han empezado a perder peso y la menstruación.

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Poca atención sanitaria

Estos son desórdenes que atacan fundamentalmente al sexo femenino: de cada 10 mujeres afecta a un varón. Y son también "de los cuadros psiquiátricos más complejos que existen", explica Josep Toro, jefe del servicio de psiquiatría infantil y juvenil del hospital Clínico de Barcelona. "Hay más de 40 factores implicados que predisponen, agravan o disparan la enfermedad", añade este psiquiatra.

¿Cuándo y por qué hay que empezar a sospechar? En el caso de la anorexia, según observa Morande, cuando la posible víctima entra en una espiral de pérdida de peso; cuando es sorda a todo tipo de consejo familiar y cuidado familiar; cuando le desaparace la regla, y cuando niega todo problema achacándolo a la percepción de los demás. Puede que la joven víctima haya estado tonteando con la comida durante años, pero, cuando se desencadena la enfermedad, "su desarrollo es muy rápido y es imposible no darse cuenta", opina este especialista.

Tratamiento

Morande aporta pistas que ilustran cómo la mayoría de las mujeres anoréxicas se enfrenta al alimento: "Comen como las gallinas, trocean la comida y la escarban mirándola fijamente, después la esconden y la tiran. Y si les llamas la atención se irritan muchísimo".La bulimia, sin embargo, se expresa de otras maneras: "Se atracan a comida y les acompaña una sensación de pérdida de control mientras comen", explica Josep Toro. "Después, estos atracones", continúa, "los compensan con vómitos, con la toma de laxantes o simplemente ayunando". Sin embargo, las bulímicas no suelen perder peso. Es más, incluso pueden aumentarlo debido a la masiva y desordenada ingesta alimentaria, según este especialista.

El tratamiento que existe en la actualidad para la anorexia y la bulimia es similar. Sólo hay una diferencia: para la primera no existe tratamiento farmacológico específico. En cambio, para la bulimia hay fármacos antidepresivos que son eficaces, pero no por su función antidepresiva, sino por su indicación antibulímica especifica, explica el psiquiatra del hospital Clínico de Barcelona.

En ambas alteraciones y en su curación intervienen -además de psiquiatras- equipos multidisciplinares integrados por endocrinos, nutricionistas y ginecólogos, "aunque estos trastornos son alteraciones fundamentalmente psiquiátricas", matiza Toro.

Los programas por los que tienen que pasar inexorable mente las pacientes para tratar se son cinco, según Josep Toro. El primero es un régimen de rehabilitación nutricional que persigue recuperar los hábitos alimentarios perdidos. En los casos graves, incluso será necesario forzar la alimentación de la paciente.

El segundo consiste en un programa de aceptación del propio cuerpo, para romper la distorsión que sufre la paciente A cerca de su cuerpo, y para que a acepte su imagen corporal al margen de modas y deseos.

El tercero es una terapia psiquiátrica. "Porque una muchacha anoréxica es siempre una persona con caracteres anómalos, excesivamente perfeccionista, con una autoestima muy baja y con dificultades para las relaciones sociales. Sufre, es compulsiva, llega un momento .en que pierde el interés por todo aquello que no sea su cuerpo y no atiende a nada", sostiene Toro.

En cuarto lugar, una de cada cuatro pacientes requerirá, además, tratamiento para las complicaciones que se le hayan añadido, como depresión, ansiedad y trastornos obsesivo-compulsivo y de personalidad.

Por último, será necesario un programa para normalizar su entorno, porque, según los especialistas, con estos enfermos siempre se alteran las relaciones familiares. Morande hace hincapié en echar por tierra una vieja y arraigada hipótesis: no hay que mirar a la madre a la hora de buscar culpables. "Esta idea ha sido muy nociva; sólo ha conseguido aumentar su culpabilidad. Y cuando preguntas a las pacientes qué es lo que más les ha ayudado durante en el proceso te dicen que su familia".

La duración del tratamiento dependerá del grado en el que se encuentren estas complicadas enfermedades alimentarías. En su fase aguda necesita de tres a seis meses; posteriormente, de dos a cuatro años de tratamiento psicológico -que incluye también a la familia-, y apoyo médico. Además, precisará un seguimiento de hasta 10 años, según el psiquiatra del hospital del Niño Jesús. Y hay que tener presente que las recaídas "son serias", lamenta Morande. Y recuerda que un 40%-45% fracasa en la terapia a pesar de que han mejorado las técnicas de tratamiento.

Morande adjudica los éxitos en la lucha contra estos trastornos a una población cada vez más atenta. "Hay un fenómeno muy curioso de concienciación de la población, que ha mejorado muy bien. Hace 10 años venían al especialista después de un año de enfermedad, mientras que ahora vienen a los tres o seis meses de iniciarse el cuadro. Sin embargo, la respuesta del sistema sanitario es todavía mala", admite. En la anorexia, las consecuencias son gravísimas de no ser tratada a tiempo. La muerte es una de ellas.

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