"He visto reclusos que parecen cadáveres vivientes", asegura el presidente de una asociación humanitaria
La decisión de la Audiencia de Madrid de excarcelar de inmediato a un preso sin esperar a que agonice entre los barrotes ha sido aplaudida por distintas asociaciones humanitarias. La medida, además, casi coincide en el tiempo con el encierro que hace dos semanas mantuvieron varios colectivos humanitarios en la catedral de la Almudena para llamar la atención sobre la situación en que viven muchos presos, en especial los enfermos.Jaime Garralda, presidente de Horizontes Abiertos, asociación humanitaria dedicada a ayudar a los presos, elogió ayer la medida adoptada por la Sección Quinta de la Audiencia madrileña. "Hay cárceles, algunas en Madrid ,en las que efectivamente sólo se deja en libertad a os presos cuando les quedan pocos días de vida. Pero no siempre es así: también las hay", agregó Garralda, "más proclives a conceder esa libertad cuando se diagnostica una enfermedad grave al preso sin esperar a su agonía".
"Lo que ocurre", matizó el presidente de Horizontes Abiertos, "es que,a veces hay miedo a dejar a un preso en libertad y que luego delinca". -De todas formas, Garralda subrayó que 11 socialmente no hay derecho a castigar a un preso que ni siquiera puede valerse por sí mismo". "Yo mismo", añadió, "he visto en las cárceles a internos que parecen auténticos cadáverel vivientes; es verdad que algunos, cuando salen en libertad, se rehacen físicamente". Horizontes Abiertos proporciona casas y todo tipo de ayuda a ex presidiarios que quedan en libertad y no tienen adónde ir.
Son decenas los presos que mueren todos los años entre rejas, según datos oficiales. En 1995 fallecieron 100 presos en las cárceles españolas por causas naturales, 36 más que en 1996. Madrid, con siete cárceles y más de 7.000 presos, es de las comunidades autónomas españolas con mayor población reclusa. El sida se sigue considerando hoy por hoy como una una patología incurable y se erige en el principal azote mortal de los internos, a pesar de los grandes avances médicos de los últimos años. Según datos oficiales, un 23% de la poblaciónreclusa española (unos 8.500 internos) es seropositiva.
No todos los presos enfer mos de sida tienen la oportuni dad de morir en sus casas bajo la atención y cuidados de sus seres queridos. En 1995 el sida acabó, entre rejas, con 142 pre sos, y en 1996, con 104. La esta dística de 1997 es similar. Otros muchos presos sí fueron excar celados a tiempo y pudieron morir en sus hogares.
Lo habitual no obstante es liberar al preso cuando la enfermedad es terminal. Pero no sien-ipre el interno dispone de familiares o instituciones que se hagan cargo de él, según fuentes penitenciarias. Como no tiene adónde ir, es asistido, hasta que fallece, en las enfermerías penitenciarias.
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