Un vecino de Almendralejo asesina de un disparo a su esposa y luego se suicida con la misma escopeta
"Me marcho. Voy a matar a mi mujer y después me mataré yo". A las cinco de la tarde del día 31, media hora después de pronunciar la frase en un bar de Almendralejo (Badaoz), José Rodríguez Rangel, de 55 años, disparó mortalmente una escopeta contra su esposa, Josefa Díaz Narro, de 50, y acto seguido se suicidó con la misma arma. José acababa de recibir una orden del juez para que abandonara el domicilio familiar, al estar en curso una demanda de separación. Al igual que en la mayoría de los casos de maltratos -60 mujeres fallecieron en 1997 a manos de sus maridos-, José asesinó a su esposa tras muchos meses de discusiones y palizas. Esta muerte reaviva la demanda social de reformas legales de protección a la mujer.
Fue la agresión más brutal, la definitiva, pero no la primera. Y al igual que en tantos otros casos de malos. tratos a mujeres, vecinos y jueces estaban al tanto de la situación sin que ello sirviera para evitar la tragedia. El asesino y su víctima, padres de cinco hijos, fueron enterrados ayer en el cementerio municipal de Almendralejo, y muchos de los vecinos que asistieron al sepelio reconocieron saber del calvario que vivían. De hecho, ninguno de los parroquianos que en la sobremesa del pasado miércoles se encontraban en el bodegón El Moro, un establecimiento situado en la carretera de Santa Marta, tránsito de muchos jornaleros de la zona, hizo nada para impedir que José Rodríguez, conocido como el Arriero, cumpliera su terrible amenaza.El Arriero, un obrero eventual que en ocasiones alquilaba tierras para sembrar melones que después vendía, encaminó sus pasos hacia el número 97 de la calle Velázquez, el que hasta ese día había sido su domicilio familiar. Esa misma mañana, El Arriero, un tipo de carácter "huraño, seco, que ni saludaba", según las vecinas, había recibido el acta judicial que le conminaba a abandonar la vivienda que habitaba con Josefa Díaz, la madre de sus cinco hijos, dos de ellos casados y otros tres adolescentes que aún convivían con el matrimonio.
Un calvario de malos tratos
"Él le pegaba a ella, claro que le pegaba", relató una vecina que dijo conocer bien a Josefa. "Pero ella aguantó hasta que se hartó y pidió la separación. Tenía un carácter jovial, alegre, se tragaba sus penas y arrimó el hombro cuando hizo falta. En los tiempos en que su marido no tenía trabajo, ella hacía labores en la casa de una señora que la conocía desde hacía muchísimos años". Las vecinas cuentan también que, en más de una ocasión, el rostro de Josefa exteriorizó las huellas del dolor: "El Arriero me lo ha hecho", se lamentaba sin hacerlo notar demasiado.Esas mismas vecinas no entendían ayer cómo nadie movió un solo dedo cuando José Rodríguez lanzó su fatídico anuncio en voz alta, ante los compañeros de una partida de cartas. A las cinco de la tarde, los vecinos de la pareja pudieron escuchar a Josefa gritar a través de la ventana. José la persiguió por la casa hasta acorrarla en una habitación. Cazador habitual, sólo necesitó un disparo para acabar con la vida de su mujer. Acto seguido, y para cumplir su macabra amenaza, volvió la escopeta contra él y disparó de nuevo. Los dos cadáveres quedaron tendidos en el suelo de la vivienda.
Los hijos del matrimonio no quisieron que el cuerpoyacente de su padre permaneciera en el domicilio de la calle Velázquez y fue trasladado al hogar de un familiar. Ayer, alrededor dé 300 personas asistieron a los funerales conjuntos celebrados en la iglesia de San José. Lágrimas y rostros de dolor acompañaron la entrada del ataúd con el cuerpo de Josefa Rodríguez. En medio del silencio, sin llanto pero sin insultos, cruzó después el umbral el féretro con el cuerpo de Rodríguez Rangel.
Entre el público asistente seencontraba la directora general de la Mujer de la Junta de Extremadura, Josefa María Caraballo, y la eurodiputada Manuela Frutos. Josefa María Caraballo, en declaraciones a RNE, criticó al. término de los funerales que no se hubiesen tomado medidas: "Hay que proteger a una persona cuando está amenazada, cuando está sufriendo malos tratos. Creo que tiene que haber protección. No se le, puede mandar una orden judicial sin protección de ninguna clase porque lareacción no se sabía cuál podía ser". Distintas asociaciones han convocado para hoy en Almendralejo una concentración de rechazo a los malos tratos a las mujeres. Porque Josefa es un nombre más en la larga lista de mujeres asesinadas en España a manos de sus maridos o compañeros.
Estadística alarmante
En 1996 fueron 64 las mujeres que murieron, una cifra que se repitió en el año que terminó antesdeayer. Según los datos del Instituto de la Mujer, cada hora que pasa 30 mujeres son maltratadas y desde el pasado mes de enero 18.860 mujeres han denunciado agresiones o amenazas en el hogar. En 1997, casi 2.000 mujeres han tenido que permanecer escondidas en los Centros de Acogida especiales para proteger su integridad física. Pero, de acuerdo con las cifras que mane jas las diferentes asociaciones de mujeres, sólo un 10% de los casos se denuncian.Todos estos datos salieron con fuerza a la luz el pasado 18 de diciembre, cuando en la localidad granadina de Cúllar de la Vega, Ana Orantes, de 60 años, fue asesinada por su ex marido, que la quemó viva por haberle denunciado públicamente durante un programa de televisión. Ayer mismo, la sección de Andalucía de Jueces para la Democracia hizo un llamamiento a las distintas instancias judiciales de España para que tomen conciencia del problema y eviten la indefensión de las mujeres.
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