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Entrevista:

"Para una prostituta callejera, Madrid es más duro que Nueva York"

Con 31 años recién estrenados, el madrileño David Pallol ha irrumpido en la literatura con una novela sobre las prostitutas de Madrid, Madame Torrejón. Con una ironía sobrecogedora y un redomado cinismo, su relato saca a relucir los ambientes más sórdidos de los lupanares capitalinos. Pero junto a esa realidad, un tanto deprimente y triste, de mujeres bondadosas víctimas de su propia ingenuidad, Pallol recorre las calles describiendo sus bares, esquinas, pastelerías y aceras en el tono más costumbrista y entrañable. Inventa así la novela rosa canalla. En el fondo es un optimista sin remedio. Autor de canciones para niños como Toma mucha fruta, de Bom Bom Chip, y ahora responsable en parte de la programación musical y promoción del club Siroco, Pallol adquirió sus dotes de observador impertinente como guía y animador turístico, llevando españoles por el mundo y guiris por España. Muy cinematográfica, pero sin final feliz, su novela se considera de culto en los corrillos más underground, pues consigue no dejar al lector indiferente.Pregunta. ¿Existe Mamá Madrid, la alcahueta de su novela?

Respuesta. En concreto, no. El nombre lo saqué de la película Mamma Roma, en la que Anna Magnani hacía de puta veterana y respetada que estaba en la calle para sacar a su hijo adelante. Me basé en una mujer que vi muchosaños en la acera de Telefónica, muy mayor y pasadita de moda, pero muy digna, como la que describo en mi libro.

P. ¿Son tan sórdidos los lupanares de Madrid como usted los pinta?

R. No he recorrido todos, pero un elevado tanto por ciento sí. La verdad es que conozco más los de lujo, los de 30.000 o 40.000 pesetas, para ejecutivos, que se anuncian en los periódicos y no son nada sórdidos.

P. ¿Se podía hacer un estudio del cambio social desde la prostitución madrileña?

R. Sí. La droga es lo que más está cambiando a las prostitutas de calle. Hace unos años charlábamos con ellas cuando, de madrugada, tras una noche de marcha con amigos, las veíamos reponiendo fuerzas desayunando fabada. Ahora sólo se puede hablar con ellas si vas al negocio. Se ha perdido aquello de que los padres llevaban a iniciarse a los hijos al cumplir 18 años.

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P. ¿Son diferentes las putas de Madrid que las de otros sitios?

R. Es mucho más duro que ser puta en provincias. Aquí la vida en la calle puede llegar a ser muy chunga, incluso más que en Nueva York. En provincias, a las putas se las saluda, van al quiosco, pueden comprar el pan, están tan integradas como la farmacéutica o la pareja de la Guardia Civil.

Madame Torrejón. Ediciones Vosa. 1.200 pesetas.

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