Cinco millones de cooperantes
Siete programas de educación, vivienda, empleo o salud acometidos en el Tercer Mundo con dinero de los madrilenos
En Madrid viven cinco millones de cooperantes con los países en desarrollo, aunque alguno no lo sepa o incluso se muestre contrario a ello. Son tantos como habitantes tiene la región, ya que, desde hace tres años, las instituciones elegidas por ellos -es decir, los ayuntamientos (no todos, aunque sí el de la capital)- y el Gobierno regional aportan parte de sus presupuestos para proyectos de apoyo al Tercer Mundo.
Esta contribución oficial al trabajo de centenares de organizaciones no gubernamentales de desarrollo (ONGD) nació al hilo de la movilización ciudadana de 1994 para exigir a las instituciones que destinaran al menos el 0,7% de sus presupuestos a estos proyectos. Ese porcentaje, que es un punto de partida, no una meta, aún no se ha alcanzado. Pero en los últimos dos años, entre el Consistorio madrileño y la Comunidad se han subvencionado más de tres centenares de proyectos. Esta es una pequeña muestra de algunos de ellos.
Formación laboral de jóvenes peruanos
Las nuevas barriadas chabolistas de las ciudades de Perú se conocen con el nombre de pueblos jóvenes. En ellas se arraciman miles de campesinos que huyeron de las durísimas condiciones de las zonas rurales para toparse, casi siempre, con una realidad tan inhóspita como la que dejaron atrás. Las familias llegan a estos terrenos baldíos, plantan la estera (una choza) y se sumergen en la lucha cotidiana por la supervivencia en medio del paro y el subempleo.La dureza del día a día ha estrechado los lazos entre los vecinos de estas favelas y han cobrado mucha fuerza los movimientos populares, con fuerte presencia de las mujeres. Muchos de los habitantes de estos barrios de chamizos son jóvenes con un negro porvenir por delante. Intermón es una de las organizaciones que trabajan con estos chicos.
Los 67 millones de subvención que recibieron en 1996 de la Comunidad de Madrid han servido para poner en marcha un programa trianual de formación laboral en zapatería, confección y carpintería para 1. 500 jóvenes de 16 a 25 años en los municipios de Collique, Zárate y Pamplona, al norte de Lima. El proyecto incluye cursos de formación de 160 horas en esos oficios, prácticas de 28 semanas en microempresas (pequeñas sociedades formadas por otros habitantes de la barriada con créditos de las ONG) y tres oficinas de información laboral llevadas por dichos jóvenes.
El director de Intermón en Madrid, Cherna Vera, explica que, al mejorar su formación, los jóvenes tienen mayores posibilidades de encontrar un empleo mejor dentro de unas condiciones generales de precariedad. "Esperamos que el 77% consiga trabajo, no empleos estables y muy bien pagados, aunque sin esta formación las perspectivas serían aún peores", añade.
Intermón no desplaza a sus miembros para ejecutar este proyecto. Del trabajo de campo en Perú se encarga la organización Fe y Alegría, vinculada a la Compañía de Jesús. También Intermón nació al amparo de los jesuitas. "Pero ahora es una organización aconfesional, y aunque no renegamos de nuestros orígenes, desde hace un año en nuestro patronato hay cinco jesuitas, frente a diez miembros ajenos a la Compañía", añade Vera.
Autoconstrucción de casas en Honduras
Un centenar de familias hondureñas que malviven en barracas en la zona de San Pedro Sula podrán construirse una casa mejor con el apoyo de los madrileños. La Asamblea de Cooperación por la Paz (ACP) será quien coordine este proyecto de autoconstrucción, que persigue dignificar la vida cotidiana de estos inmigrantes llegados desde el campo hasta las zonas de maquilas (manufacturas). Son familias sin tierras o con campos muy poco productivos, en gran parte porque carecían de capacidad económica para sacarles partido. Se trata, en gran parte, de parejas jóvenes con una media de cinco hijos abocados a la mayor pobreza.Durante un año aprenden a levantarse una casa modesta de ladrillo, bloque y teja, a menudo sin agua corriente y con un sistema de letrinas colectivas, y de paso consiguen una capacitación mínima como peones. Las clases las imparte Cáritas de San Pedro Sula y la Asamblea sólo envía a un arquitecto o un aparejador y a un logista. Buena parte de estos alumnos que logran edificar su casa son mujeres. Uno de los portavoces de la ACP, Miguel Ángel Blanco, explica que con el Proyecto, además de mejorar las condiciones de vida de estas familias, se pretende fortalecer el tejido social en este país lacrado por una dictadura militar que cercenó todo el movimiento asociativo. "Cuando alguien tiene la casa es más fácil que se asocie para conseguir que le pongan la luz que si carece de todo", añade. Esta asociación fue creada en 1991 por un núcleo de personas que habían abandonado Izquierda Unida, pero en la actualidad acoge a miembros de distintas tendencias. Para este proyecto de autoconstrucción han recibido subvenciones del Ayuntamiento de Madrid en los últimos dos años (27 millones en 1996 y 28 en 1997 ) y 46 millones de la Comunidad para 1997.
Nuevos centros de salud para Angola
El municipio angoleño de Dande, a 60 kilómetros de Luanda, poseía un sistema sanitario consolidado, pero la guerra que devastó este país africano hizo también estragos en la red de salud de esta localidad, convertida en línea de frente perpetua. Hay que construir un centro de salud en Caxito, capital provincial y del municipio, otros tres puestos sanitarios rurales y una residencia desde la que los futuros médicos estudian la enfermedad del sueño, endémica en la zona.De todas esas obras se encarga la organización Médicos del Mundo con 43 millones concedidos por el Ayuntamiento de Madrid en 1996. El Ministerio de Salud y la Facultad de Medicina angoleños son los encargados de marcar las pautas de estas obras, que comenzaron en noviembre. Francisco Rodríguez Arroyo es el logista de este proyecto. "Lo más trabajoso fue llegar a un acuerdo entre las autoridades angoleñas y Médicos del Mundo para ver cómo se desarrolla el programa", asegura.
Para su trabajo en Angola, este arquitecto cuenta con la ayuda de un médico español y de otro arquitecto angoleño. "Médicos del Mundo intenta enviar a los países destinatarios de la ayuda al menor número de personas posible, pero tampoco suele delegar el trabajo en otros", añade. "La ejecución de los trabajos no creo que sea difícil, porque allí hay obreros bastante buenos", explica Rodríguez Arroyo.
Educación bilingüe para niños indigénas
Los aguaruna y los huambisa son dos pueblos indígenas de Perú que, como tantos otros, están luchando contra la desaparición de su lengua y su cultura. Es una forma de defender el derecho a la diferencia y de reafirmarse como pueblo. Para ese objetivo es importante que sus hijos puedan recibir una educación bilingüe e intercultural.En Perú existen ya organismos, como el Instituto Loreto o la Asociación Interétnica de Desarrollo de la Selva Peruana, dedicados a la tarea de formar profesores para ese tipo de enseñanza. Pero disponen de escasos medios y precisan apoyo internacional.
Parte de esa ayuda llegará de Madrid a través de la subvención de 47 millones de pesetas concedida por la Comunidad a la asociación Acsur-Las Segovias para un programa de este tipo en el Alto Marañón, una zona limítrofe con la selva. Ningún miembro de Las Segovias -creada hace 11 años por militantes de Izquierda Unida, aunque, según aseguran, ahora no hay vínculos orgánicos con la coalición- viajará a Perú para desarrollar este proyecto. El trabajo de campo queda para el Instituto Loreto.
Gloria Pérez, encargada del seguimiento de este proyecto, expliea su importancia: "Para estos pueblos, perder la lengua supone perder la posibilidad histórica de repensar su cultura". "Si recuperando su lengua y su cultura consiguen unirse por una identidad colectiva tendrán más fuerza para reivindicar otras cosas, por ejemplo, el derecho a la tierra, que si se disgregan", añade Pérez. Los maestros que reciben los cursos son indígenas, pero la mayoría necesitan profundizar durante tres años en el conocimiento de su lengua y su cultura.
Desarrollo rural en el extremo de Chile
Un clima inhóspito y vastas extensiones de terreno con escasos pobladores dedicados a la ganadería y a la pesca de subsistencia. Esa podría ser la radiografía de la región chilena de Magallanes, en el extremo sur del continente americano. La organización Manos Unidas, la ONG de la Conferencia Episcopal Española, recibió 43 millones del Ayuntamiento de Madrid en 1996 para emprender un programa de desarrollo rural en la zona. El año anterior fueron 32 para el mismo fin. La tarea se emprende al alimón con otra organización eclesial chilena denominada Fide 12, que, según Carlos Prieto, responsable de proyectos cofinanciados de Manos Unidas, nació de sectores religiosos progresistas en tiempos de la dictadura de Pinochet.El proyecto tiene varios frentes. Así, se ha creado un banco ganadero en Tierra de Fuego que concede préstamos sin interés, sólo con el incremento del IPC, a los pastores de la zona para que mejoren sus rebaños de carneros y ovejas. Asimismo, los vecinos de la zona reciben formación sobre cultivo en invernaderos para poder disponer de huertos famillares durante todo el año y mejorar así la dieta doméstica.
También se ha creado una cooperativa de pescadores que pronto instalará una pequena planta conservera. "La formación de la cooperativa fue trabajosa, porque la dictadura generó una cultura del miedo a todo lo que sea organización popular", asegura Prieto. Por otra parte, el programa organiza visitas médicas en esta tierra donde salvar las distancias a los centros sanitarios reviste complicaciones.
La capacitación profesional de la mujer, muy marginada del proceso productivo en la zona, es otra de las patas de este proyecto, así como el apoyo a las tareas de recuperación cultura] de dos comunidades indígenas kawashkar que habitan en Punta Arenas y Puerto Edén. Prieto reconoce que desarrollar proyectos de cooperación en países ajenos al grupo de los paupérrimos plantea el riesgo de ser cómplice de un sistema neoliberal que elimina el papel del Estado en la lucha contra las desigualdades sociales.
"Creemos que no debemos abandonar Chile, porque en ese país el número de pobres está creciendo alarmantemente, pero tanto nuestra idea como la de Fide 12 es generar cierta presión con nuestro trabajo para que el Gobierno asuma la atención a colectivos desfavorecidos", concluye.
Mejora de los rebaños de cabras
Doscientas familias de pastores de cabras peruanos de la cuenca del río Chillón acuden a los cursos de mejora de la explotación ganadera organizados por la Fundación Codespa y la asociación Procabra a través de un proyecto subvencionado con 45 millones de pesetas por el Ayuntamiento de Madrid en 1996.El objetivo es que estos modestos pastores aprendan a obtener un mayor aprovechamiento de sus rebaños y obtengan 4.000 kilos de queso blando en dos años para su comercialización. Para ello reciben cursos de los técnicos de Procabra, una entidad creada por una española acornodada casada con un peruano, y tienen opción a mierocréditos.
Miguel Aranguren, responsable de comunicación de Codespa, explica que los microcréditos suponen préstamos de pequeñas cantidades (unas 100.000 pesetas) con un interés bajo a personas a las que los bancos no prestan dinero por su baja solvencia económica. "Para obtener los microcréditos se les exige que participen en los cursos de formación", asegura.
La Fundación Codespa suele vincularse al Opus Dei. Aranguren matiza que no existe ninguna relación orgánica y que en ella hay distintas tendencias. "La vinculación suele deberse a que nuestro presidente es Laureano López Rodó [ministro fran- quista], pero, más que una ONG vinculada al Opus Dei, somos una organización relacionada con el mundo empresarial y no mezclamos la religión con la formación", apostilla.
Todos los años, esta entidad envía a licenciados con cursos de especialización en gestión empresarial a realizar prácticas en sus proyectos. Aranguren descarta que la presencia de grandes empresarios en su fundación lleve a que los proyectos de cooperación sirvan para formar mano de obra barata para las empresas de sus benefactores. "La mayor parte de los cursos de capacitación son para formar autopatronos, pero, además, en el tejido empresarial de países como Perú hay personas que ayudan a la gente pobre sin ningún motivo escondido", concluye.
Ayuda al retorno de guatemaltecos
Al comienzo de la década de los ochenta, más de 100.000 guatemaltecos buscaron refugio fuera de su país, sobre todo en México, huyendo de la violencia que asolaba sus pueblos. Con el proceso de paz, estos refugiados han ido regresando a sus devastados lugares de origen con muchas ganas de salir adelante, pero sin dinero ni tierras. La situación de los que se quedaron en el país no es mejor.El apoyo a los refugiados y la ayuda al retorno son dos de las obligaciones del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR). Para ello cuenta con fondos de las Naciones Unidas y con las ayudas públicas y privadas captadas por los comités de este organismo en cada país. Así, en 1996, el comité español del ACNUR obtuvo 115 millones del Ayuntamiento de Madrid, 100 de ellos para programas con refugiados guatemaltecos; el año anterior fueron 100. Sin embargo, en 1997 no ha recibido ni un duro del Consistorio.
Belén Camba, directora de proyectos del comité español con el ACNUR, explica que, a la vez que aumentan las necesidades de los refugiados, las aportaciones de los Gobiernos al Alto Comisionado se congelan. "Por eso, los comités de apoyo de cada país optamos por solicitar subvenciones del 0,7 como cualquier ONG", afirma. Rebate la mala imagen que arrastra a veces el ACNUR cuando se le atribuye mantener un alto funcionariado de lujo en países paupérrimos.
"Es un organismo oficial que desplaza a profesionales muy cualificados a misiones muy difíciles en las que hay que moverse mucho, mantener numerosas reuniones, ser eficaz y buen diplomático", afirma. El dinero del Ayuntamiento de Madrid se ha destinado a 32 proyectos de impacto rápido (PIR), con 10.000 beneficiarios directos en los departamentos de Quiché, Alta Verapaz, Hueuhuetenango, Petén y Sucehitepeqez. Son programas, a caballo entre la emergencia y la ayuda al desarrollo, que pretenden dotar de infraestructuras básicas en educación, servicios o sanidad, como la red de agua o seguridad alimenticia.
Se repartieron lotes de gallos y gallinas, se construyeron colmenas, se compraron cabezas de ganado, se instalaron sistemas de agua potable, se desarrollaron planes de formación laboral con mujeres y se instalaron estufas ahorradoras de leña.
"La ventaja de Guatemala es que los movimientos populares tienen un nivel organizativo impresionante, sobre todo las mujeres, cuyo papel es crucial. Así la participación de los propios afectados en los- programas está garantizada", concluye Camba.
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