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Blair se juega parte de su prestigio como político innovador en la presidencia británica de la UE

Tony Blair debe demostrar en los próximos seis meses -los que durará la presidencia británica de la Unión Europea- que se merece las menciones de político y hombre del año que le han brindado Newsweek y Financial Times entre otras publicaciones internacionales. La tarea no es fácil. La agenda del Consejo Europeo, cuya presidencia recae en el Reino Unido a partir del 1 de enero, apenas deja hueco al primer ministro británico para defender la política populista con la que, de momento, bate los récords de estimación en su país. Las diferencias con los conservadores de Major quedarán patentes.

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La 'tercera vía'

Por primera vez en 20 años, el Reino Unido toma el relevo presidencial sin una actitud hostil al proyecto europeo. Al aceptar el euro "en principio", a pesar de mantenerse fuera de su órbita hasta el nuevo milenio, el Gobierno laborista se comprometió a facilitar una transición sosegada en este fase crucial de la política monetaria.Paradójicamente, corresponde a Tony Blair, líder del club de los out, presidir las sesiones determinantes en la creación del euro. La primera tendrá lugar el 1 de mayo cuando los ministros de Economía y Finanzas decidirán, sobre la base de los informes de la Comisión Europea y el Instituto Monetario Europeo (IME), qué países acceden a la moneda única. Días después, el Consejo Europeo confirmará la selección y los responsables en Ecofin fijarán los tipos de cambio bilaterales entre las monedas in y el euro.

El primer ministro y el número dos del Ejecutivo laborista, Gordon Brown, deberán moderar las sesiones y procurar unas pautas comunes, pero su influencia no se dejará sentir ni tan siquiera a la hora de nominar al futuro director y al resto de la junta directiva del Banco Europeo, cuya decisión se debe tomar en mayo. Bajo su presidencia, por tanto, arranca la vía más veloz de la Unión Europea (UE), aquella por la que circularán los 11 Estados comprometidos con el euro y de cuya gestión queda excluido el Reino Unido. En la cumbre de Luxemburgo, Blair intentó frustrar los planes de construcción del euro-X, el llamado club de los ins, y tan sólo consiguió una victoria simbólica frente a su homólogo francés, Lionel Jospin.

El euro-X es un foro exclusivo que el Reino Unido vigilará de cerca para que se ajuste a su acordado y vago objetivo de discutir temas conectados con responsabilidades "específicamente comunes" a la moneda única.

La Europa a dos velocidades

La Europa a dos velocidades no se limita al área monetaria. Durante los próximos meses, dentro del proyecto de ampliación de la UE, también parten trenes a distinta velocidad. La diplomacia británica deberá trabajar duro para mantener el equilibrio en una Europa que marcha dividida hacia su definitiva unión. Turquía aparece, de momento, como la espina que amenaza con rasgar este sueño unitario que pondría fin a la herencia de la II Guerra Mundial. Corresponde al primer ministro británico la difícil tarea de procurar la presencia de su homólogo turco, Mesut Yilmaz, en la conferencia sobre la ampliación de la UE prevista en Londres el próximo marzo.Ofendido por su exclusión del proceso de adhesiones -en Luxemburgo se abrió la posibilidad para la integración de Turquía pero no se le formuló la invitación a unirse ni tan siquiera al segundo grupo de países del Este que recibirán ayuda comunitaria para una eventual adhesión- el Gobierno de Ankara rompió las relaciones con la UE al tiempo que prometió boicotear una reunión organizada presuntamente en su interés. Yilmaz además dió un plazo de seis meses a los líderes europeos para probar que no están levantando un "nuevo muro cultural en Berlín".

En este capítulo, la diplomacia internacional está ya funcionando. El boicoteo turco, que amenaza incluso con retirar su solicitud de adhesión que mantiene desde los años sesenta, puede entorpecer las negociaciones con Chipre, uno de los seis países avanzan velozmente hacia la integración. Con las cuestiones sobre el financiación de la ampliación relegadas para el futuro, Blair encontrará en Yilmaz el obstáculo más arriesgado de su presidencia. Tornar una amenaza en una vía que facilite el regreso de Ankara hacia el eje europeo y permita quizá una solución a la división de Chipre aparece como una gran asignatura durante los próximos seis meses.

Menos antagonismo

Con la llegada de los laboristas al poder, el pasado mayo, el Reino Unido relajó su antagonismo ha cia la construcción europea. No obstante, queda un capítulo de malestar -el veto europeo a la comercialización de la carne de vacuno británico- de graves consecuencias en la isla. La presidencia intentará avanzar en los acuerdos de principio referentes a la reforma de la Política Agraria Común. Pero si no consigue levantar el boicoteo, los granjeros británicos harán sentir su malestar con manifestaciones callejeras y bloqueos de puertos, como vienen haciendo en los últimos meses.Irlanda del Norte es otro foco de tensión que distraerá la atención de Blair de los asuntos europeos. Su presidencia coincide con la fecha del mes de mayo que el primer ministro se ha impuesto para lograr un acuerdo consensuado entre los distintos partidos políticos. Como reconocen los medios de comunicación británicos, la presidencia es una experiencia matadora, un intenso y compacto calendario de reuniones, conferencias y consejos que el nuevo gobierno laborista debe compaginar con su acelerada agenda de reformas internas. Pero es también una oportunidad única para demostrar la talla política internacional del más popular de los primer ministros del Reino Unido.

En cuanto a la entrega del relevo de la presidencia semestral comunitaria, su actual portador, el primer ministro de Luxemburgo Jean-Claude Juncker, recomendó ayer a Tony Blair, según France Presse, que desarrolle una labor independiente de los intereses nacionales del Reino Unido "porque está al servicio del conjunto de la Unión".

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