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Buen final

Al menos cuatro esperanzadoras tendencias atalantan en este final de año a quienes sienten la naturaleza.De acuerdo con las informaciones de las agencias de viajes aumenta, en primer lugar, el número de personas que pasarán estos días festivos en contacto con lo espontáneo, es decir con esa gratuita belleza de los paisajes. Aflora tímidamente, pues, la posibilidad de descubrir el verdadero sentido, tapado por los aspectos religiosos primero y consumistas desde hace poco, de las festividades relacionadas con el solsticio de invierno. Porque las celebraciones que acompañan a las noches más largas del año inicialmente tenían que ver con el anhelo de ese otro nacimiento crucial, por cíclico y asegurador, de los procesos vitales de los que todo depende. Que eso luego fuera hecho coincidir con otras formas de trascendencia es uno más de los episodios, tan humanos, de virtualidad superpuesta hasta borrar a lo básico.

Se incrementa, al mismo tiempo, una justa reconsideración por parte de algunos intelectuales y cierta porción de la clase política sobre el papel de la ecología como soporte de un pensamiento nuevo. Se comienza a percibir el inicial error de considerar que la conservación de la Naturaleza era algo ideológicamente conservador. Tras una ceguera de tres decenios, se comienza a aceptar que lo ecológico es descaradamente progresista. Por tanto una de las pocas fuerzas que pretenden construir el futuro con novedades éticas frente a la sistemática destrucción de los sistemas vitales y sobre todo a la homogeneización mediática, ideológica, lingüística y anímica de la humanidad. Este nuevo y dinámico movimiento social a favor de la continuidad de la vida es percibido cada, vez más por los poderes como algo a tener en cuenta.

La tercera circunstancia que permite un respiro es que, en consonancia con todo lo afirmado, los medios de comunicación dan algo más de pan y agua a los temas relacionados con la concesión de algunas oportunidades al futuro. Ya antes de la celebración de la cumbre de Kioto se había producido un incremento de las noticias de medio ambiente hasta triplicar la exigua cuota de tiempo y espacio en la que era recluida la naturaleza en los dos últimos años. La tendencia es que ante el hartazgo de información política, cada vez se quiere más vida cotidiana en los medios de comunicación. Y poco tan cercano y necesario como la salud del entorno.

Finalmente y lo más importante es que las encuestas sociológicas demuestran que los españoles comienzan a percibir con mayor acierto lo que significa la relación entre su propia calidad de vida y el ambiente. Los ecobarómetros funcionan casi mensualmente y anuncian tendencias todavía más esperanzadoras que las hasta ahora señaladas. Por ejemplo, aunque casi todos están de acuerdo en que la degradación ambiental engorda, menos del 5% de la población estima poco graves o muy exagerados los principales atentados contra el derredor que denuncian los ecologistas. Significativa la consideración, por parte de más del 60% la sociedad, sobre que los medios de comunicación hacen mucho menos de lo que deberían por el conocimiento y la protección del medio ambiente.

En cualquier caso la más eselarecedora de las encuestas es la que doy a conocer como primicia y con permiso de Greenpeace. Porque de acuerdo con un trabajo encargado por esa organización a Sigma 2 la percepción de los españoles sobre las intenciones de la misma se acerca mucho a lo deseable. Es más, parece que los esfuerzos de algunos grupos de presión por descalificar a los ecologistas mejor organizados y más independientes del planeta apenas alcanzan a arañar su prestigio. En primer lugar destaca el que sólo el 16 % de nuestros conciudadanos jamás han oído hablar de Greenpeace. Los encuestados identifican perfectamente los objetivos y hasta las campañas concretas en las que estos activistas trabajan. Todavía de mayor significación resulta la valoración del trabajo de estos defensores de la paz y de la vida en el planeta. El 17% considera que es excelente, el 26% que muy bueno, el 39% que bueno. Mal resulta para un 1% y regular para el 4%. Un 13,5% no sabe o no contesta. Si añadimos que el 76% afirma que Greenpeace es absolutamente independiente y que sólo utiliza fondos económicos propios, puede considerarse como todo un éxito la trayectoria de esos ecologistas.

En fin, buen final, es decir comienzo de año.

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